Alberto Rodríguez pide que le devuelvan el escaño «porque la fábrica ya no es tan divertida como yo la recordaba»

Admitiendo que «quizás» romantizó en exceso su anterior vida obrera, Alberto Rodríguez ha solicitado reincorporarse al escaño del Congreso de los Diputados que tuvo que abandonar el pasado mes de octubre al concluir que «la fábrica ya no es tan divertida como yo la recordaba». A esto se suma la extinción de la condena que se le impuso por agredir a un policía en una manifestación en La Laguna en 2011, que fue la que motivó su salida del Parlamento.

En aquel momento, el ex diputado de Podemos publicó un extenso texto en sus redes sociales en las que anunciaba su intención de volver a su anterior puesto de trabajo en «la fábrica», como llama a la refinería de Santa Cruz de Tenerife; no obstante, ahora ha admitido que «las cosas no son como yo las veía en mi memoria, no entramos cantando La Internacional, no hay retratos de grandes pensadores marxistas en las paredes, y además hay uno nuevo de Recursos Humanos que me tiene manía, y por si eso fuera poco, el jefe está todo el día oprimiéndome con sus ‘Alberto, haz esto’ y ‘Alberto, haz lo otro’, la verdad es que es un ambiente asfixiante y cero sostenible».

«No pensé que diría esto pero echo de menos el Congreso, no había tampoco esa camaradería pero bueno, uno tampoco la esperaba, no como en la fábrica, que veo a mis compañeros y compañeras con poco ánimo para hacer la revolución», señala Rodríguez.

Con respecto al hecho de que su escaño haya permanecido vacío desde su salida, el ex diputado asegura que «sí, ya es mala suerte, que todos los que van detrás en la lista hayan ido diciendo que no, aunque en realidad yo me enteré de que renunciaron las dos primeras y ya el resto no sé muy bien por qué no han querido tomar posesión, si el escaño no muerde; es una faena porque hay miles de votantes sin representación durante meses y si por lo que sea vuelvo, pues la silla estará fría, que no están calefactadas; el Congreso parece muy lujoso pero el asiento te lo tienes que calentar tú mismo, como un ciudadano más».

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