Alumnos de Francisco Pomares ya sospechaban de su cualificación porque sus clases consistían en interminables anécdotas sobre las instituciones públicas

El alumnado al que da clases Francisco Pomares en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de La Laguna no parece muy sorprendido por las recientes informaciones que apuntan a que podría haber presentado, presuntamente, documentación falseada para acceder a la plaza de profesor, ofreciendo avales a su trayectoria de los que en realidad no disponía. Y esto es así porque, según los alumnos a los que El Baifo Ilustrado ha podido consultar, las clases de Pomares carecían de sustrato teórico y consistían mayormente en interminables anécdotas sobre el Gobierno de Canarias, otras instituciones públicas y los medios de comunicación desde los años 90 hasta la actualidad.

L. S., alumna de Pomares desde hace años, señala que «sus clases a veces se hacían muy pesadas porque hablaba de políticos que ya no están en activo, o que simplemente ni siquiera están, y contaba vivencias que a él le parecían divertidísimas pero que a nosotros no nos decían nada y mucho menos nos aportaban algo en la parte educativa». A su lado, su compañero J. B. añade que «cuando le preguntabas si aquello que le pasó con la Consejería de Agricultura en 1994 entraba en el examen, él te contestaba que todo de lo que se hablaba en clase entraba en el examen, con lo cual todo el mundo tomando apuntes como locos». Para J. B. el hecho de que Pomares pidiera los apuntes pasados a limpio en un archivo Word a final de curso hace pensar que estaba preparando su autobiografía pero con los capítulos ya redactados por los alumnos. Estos dos estudiantes relatan que era habitual que los exámenes cuatrimestrales se basaran en la lectura de varios de sus artículos o en la recreación de sus intervenciones en la tertulia «La Canallesca».

Desde el Decanato de la Facultad recuerdan ahora con cierto estupor y algo de bochorno la entusiasta llegada de Pomares a Periodismo, cuando propuso introducir asignaturas nuevas como «Tertuliología 1 y 2», «Historia de Radio Club Tenerife desde la Antigua Roma hasta la actualidad», «Cátedras de Cómic: teoría y praxis» o «Edición de revistas institucionales que no lee nadie». Con respecto al futuro del periodista y docente, rehúsan pronunciarse en tanto no culmine la investigación abierta por el Rectorado.

El alumnado, por su parte, se encuentra sumido en la mayor de las incertidumbres, e incluso un poco en el pánico, al no saber si Pomares terminará el presente curso, ni si son ciertos los insistentes rumores que sitúan al periodista portuense Juan Cruz o incluso al médico-doctor en Periodismo-senador-concejal Antonio Alarcó en esta plaza. En igual situación de desconcierto se hallan los estudiantes que cursan el primer año del Grado en Ingeniería Radioelectrónica Naval, quienes temen ahora que Francisco Pomares tampoco posea la cualificación necesaria para impartir la asignatura de «Seguridad Marítima, Contraincendios y Supervivencia en la Mar» que lleva doce años enseñando.

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