Las polémicas en la final de murgas, un lastre insuperable para algunos, una arraigada tradición carnavalera para otros, podrían tener sus días contados en Santa Cruz de Tenerife si sale adelante la propuesta que, in extremis, ha hecho el alcalde, José Manuel Bermúdez, para nombrar a un relator que medie entre el jurado y los grupos del Carnaval, así como la idea de contar con un VAR que revise los gestos y letras más controvertidos. Se trata así de rebajar el nivel de tensión en el concurso y abrir un espacio de diálogo, en la medida de lo posible, con los murgueros descontentos con el dictamen del jurado.
No se ha puesto aún ningún nombre sobre la mesa, pero desde el Organismo Autónomo de Fiestas del Ayuntamiento se cree que «hay que contar con personas que conozcan bien el Carnaval pero que sean capaces de mantener una imparcialidad fundamental, como la estatua del director de la Ni Fu Ni Fa que está en la plaza del Príncipe o una persona de verdad, eso hay que decidirlo esta semana con rapidez si los grupos están de acuerdo». Un representante del jurado también ha querido pronunciarse y si bien reconocen que los miembros que van a juzgar las actuaciones pueden estar dolidos «porque llevamos años en esto agudizando el oído para entender e interpretar las letras sin que venga nadie de fuera a explicarnos el galimatías que acabamos de escuchar», también añaden que «todo lo que sea una invitación al diálogo, especialmente con murgueros, es bienvenido».
Por otra parte, la opción de contar con un VAR en el que, a indicaciones del relator, se puedan revisar las letras y gestos de mayor polémica podría ser una interesante novedad. En el caso de que así fuera, podría pararse el concurso para comprobar que una murga hace, efectivamente, alusiones en tono despectivo pero pretendidamente irónico a la sexualidad de los canarios de otras islas, y en ningún caso a un político local, lo que penalizaría con menos cero puntos.