Cuarto de aperos canario

Cancelada la versión canaria de Cazatesoros

El panorama audiovisual regional ha sufrido un nuevo revés. Antes de la emisión del primer programa de la versión insular del popular espacio estadounidense, Pitomurga Productions, responsable de la misma, ha informado esta mañana que solamente habrá una temporada de Cazatesoros canarios. En la nota de prensa en la que comunicaban la noticia indicaron también que esa entrega estará compuesta únicamente por cuatro programas.

Puestos al habla con Telesforo Brito, responsable de la productora y de otros proyectos como Murguero busca esposa, ha tenido a bien explicarnos las causas de esta repentina cancelación.

Incompatibilidades intrínsecas e idiosincráticas

“Si ha visto usted el programa original que se emita en Xplora, conocerá la dinámica del mismo: dos personas recorren América rescatando antigüedades, rarezas y curiosidades de granjas abandonadas y garajes atestados. Nosotros trasladamos ese concepto a las islas, aprovechando el hecho de que están repletas de esos cuartos de despejo sin encalar que lo mismo sirven como garajes que como salas de estar. Todo iba bien, porque, como le digo, lugares no faltaban, pero al final de grabar el material para el segundo programa nos dimos cuenta de que algo no funcionaba.” Con un gesto, don Telesforo nos pide que le sigamos. Dejamos las oficinas de la productora y en su todoterreno repintado nos lleva hasta una gigantesca nave industrial en Geneto. Antes de entrar en ella podemos atisbar la inmensidad del problema.

Cuarto de aperos canario
Cuarto de aperos de Gran Canaria – Fuente: FEDAC

El espacio esta cubierto del suelo hasta el techo por toda clase de cachivaches imprescindibles en un cuarto de despejo: carritos de supermercado, bicicletas estáticas casi sin usar, barbacoas ferrugientas, sombreros de paja con el logo de una conocida marca de ron, parchises sin fichas, llantas de coches (principalmente del modelo SEAT 124), pelotas playeras con el logo de una popular marca de bronceador, flotadores pinchados, carcasas de ordenador, bidones de gasolina vacíos, azulejos rotos, mangueras, revistas eróticas de la época de la transición (gastadas por el uso y con un aspecto sospechosamente pegajoso), lámparas de queroseno, sacos de papas vacíos, latas de galletas danesas llenas de trozos de vela, tongas de periódicos amarillentos, herramientas dobladas, neveras sin puertas, cajas de cerveza con botellas vacías, radiales melladas, escaleras de aluminio manchadas de pintura, carretillas con cemento seco… Cuando vuelvo la mirada hacia el señor Brito, éste responde a mi pregunta silenciosa: “todo esto lo hemos conseguido por cuatro duros, porque los antiguos dueños aprovecharon la ocasión para limpiar sus cuartos, pero no hay manera de restaurarlo o venderlo en ninguna parte”.

Cuando me asalta la duda acerca del hallazgo de algún tesoro verdadero, don Telesforo responde afirmativamente, pero matiza: “entre tanta mierda encontramos alguna perla, no le voy a engañar, pero fue imposible adquirirla. En cuanto mostrábamos interés y lanzábamos una cifra al aire, el mago de turno creía que queríamos engañarle y disparaba una contraoferta exorbitante, eso cuando no se cerraba en banda y nos acababa insultando. En una ocasión el equipo tuvo que salir corriendo porque les soltaron a los perros.”

Después de la visita al almacén de Cazatesoros canarios, retornamos a la oficina de la productora, donde fuentes anónimas de la misma nos informaron de que el material adquirido sería la base para un puesto en el rastro de Santa Cruz de Tenerife.

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