El director Timur Bekmambetov continúa indagando en la figura histórica del presidente de los Estados Unidos, Abraham Lincoln, y tras situarle como un cazador de vampiros en la película de 2012, ahora insiste en una precuela en la que Benjamin Walker vuelve a meterse en la piel del futuro presidente. En esta ocasión, Lincoln viaja en un buque que va a buscar esclavos a África y hace parada en Tenerife, donde descubre que también allí hay esclavos, los esclavos del Cristo, y se propone liberarlos.
Una vez en Tenerife, Lincoln se mimetiza con la población local vistiendo las ropas típicas e integrándose en las festividades religiosas para poder acercarse a la Esclavitud del Cristo. Le acompañará en su aventura Benito, un joven ateo que sufre marginación en una sociedad que pasa un 75% de su tiempo en procesión. Su antagonista será el malvado Obispo, que sojuzga a los Esclavos del Cristo y elabora enrevesados planes para captar más. La película también cuenta con momentos de alivio cómico, como por ejemplo la secuencia en la que Lincoln prueba un rosquete y decide llevarse consigo la receta de vuelta a Estados Unidos.
De modo que estos días en La Laguna no sólo se habla de posibles mociones de censura, sino que la indignación creciente por este frívolo ataque a uno de los símbolos más queridos del capillismo lagunero acapara las conversaciones. Por segunda vez en apenas quince días, el periodista José Carlos Marrero, destacado miembro de esta Hermandad, ha abandonado su habitual insustancialidad para hacer un llamamiento a «colgar de los huevos» a todo el equipo técnico de la película.
Por su parte, Bekmambetov se defiende asegurando que «Lincoln fue un enorme luchador contra la esclavitud, y si viera esto hoy en día, también trataría de liberar a estos esclavos».