A principios del mes de abril trascendió la situación de un funcionario del área de Urbanismo de Telde, sancionado por su pertinaz absentismo, que le había llevado a aparecer en tan solo tres ocasiones en su puesto en los primeros meses del año, lo que se sumaba a continuas ausencias injustificadas en el año anterior. Tras descontarle de su sueldo los días no trabajados, el citado funcionario, que no se nombrará aquí por protección de datos, se ha reincorporado a su puesto y ha confesado a este medio que se encuentra en shock, no por la carga de trabajo acumulada, como podría suponerse, sino por lo cortas que le resultan ahora las pausas para el desayuno.
Según confiesa este pícaro servidor público, «yo veo que mis compañeros se cogen veinte minutos, como mucho treinta, y luego vuelven a su mesa a seguir tramitando expedientes, y la verdad es que no me entra en la cabeza esta actitud; menos de dos horas yo pienso que no puede ser sano, porque nadie puede trabajar bien mientras está haciendo la digestión». El funcionario defiende la singular teoría de que «cuando el cuerpo digiere los alimentos, la sangre se concentra en el abdomen, con lo que hay menos riego en la cabeza y no se hace bien el trabajo». Él sabe que está muy vigilado por «los envidiosos que no saben sino trabajar y no cuidan de su salud» y por eso procura no tomar más de una hora u hora y media para desayunar, leer el periódico, echar la lotería, hacer algunos recados y volver a su puesto. Una vez allí, desconecta teléfonos e Internet «para no recibir llamadas ni desconcentrarme», lo que ha incrementado el malestar de los ciudadanos que tienen asuntos de Urbanismo asignados a este funcionario, porque se alarga el tiempo que tarda en atenderles.
Por su parte, la Asociación de Funcionarios contra los Estereotipos baraja querellarse contra este funcionario «porque nos está dando una mala imagen terrible en un momento en que estamos negociando la consolidación de los laborales y tipos como éste nos ponen a la opinión pública de uñas, y no es justo, un determinado porcentaje de gandules no debería empañar a todo un colectivo».