El Museo del Carnaval de Santa Cruz de Tenerife, eterno proyecto una y mil veces postergado, sufrirá un nuevo retraso tras decidir la Concejalía de Fiestas habilitar una sala para recordar a los hippies que solían trufar la calle Castillo durante los días carnavaleros de más afluencia de público. Se pretende así que el futuro Museo sea un proyecto amplio e inclusivo, que integre a absolutamente todas las partes que han contribuido a hacer de la fiesta lo que es hoy en día.
Fernando Ballesteros, concejal del ramo, asegura que «no basta con exhibir a las murgas, las reinas, los personajes del Carnaval o las comparsas; sabemos que cada chicharrero tiene un vínculo emocional especial con estas fiestas y entendemos que lo justo es que todos aquellos elementos que han contribuido a forjar ese vínculo estén expuestos, para el disfrute y la comprensión de todos los visitantes». Esta sala se concibe no sólo como un mero espacio de exposición visual, sino que tratará de reproducir el ambiente que creaban los entrañables hippies del carnaval, a través singularmente de sensaciones olfativas, evocando la gama de aromas que les envolvía. Ballesteros no descarta, «según lo permita el marco presupuestario», recrear la presencia de los hippies con actores contratados al efecto cuyos pies sean debidamente ennegrecidos, a fin de dar mayor realismo a su representación.
Cabe recordar que los hippies del Carnaval, una figura que los sociólogos consideran el ancestro directo de los actuales perroflautas pero desvestida de su cariz político, fueron durante lustros una figura más de la fiesta, arribando a Santa Cruz desde tierras ignotas con certera puntualidad. Se distribuían de forma estratégica a lo largo de la calle Castillo, donde entretenían a los viandantes exhibiendo su maestría con el diábolo durante el día, mientras que por la noche, por precios simbólicos, convertían las caras en auténticos lienzos y maquillaban a los carnavaleros con productos cosméticos cuya calidad no estaba fuera de toda duda, pero tampoco dentro. Tan pronto como terminaba la fiesta, y con el mismo sigilo con que habían llegado, abandonaban Santa Cruz, rumbo a lo desconocido, llevando su alegría errante a otros lugares. Desde hace aproxidamente cuatro años no han vuelto a visitar la Isla, lo que ha llevado a múltiples especulaciones, desde quienes aseguran que volvieron al plano existencial del que provenían hasta los que creen que se sacaron una FP y encontraron un trabajo.
El Ayuntamiento de Santa Cruz da así los primeros pasos para enmendar un olvido mayúsculo en la historia de su Carnaval.
«…y maquillaban a los carnavaleros con productos cosméticos cuya calidad no estaba fuera de toda duda, pero tampoco dentro.»
Magnífica descripción, jajaja.