Mariano Chinea, empleado en una gestoría en Los Cristianos (Tenerife) ha presentado un escrito a la gerencia de la empresa solicitando que no se retire el horario de verano, que llegaba a su fin hoy, porque, según aduce, «el cambio climático está alterando los parámetros de lo que entendemos por verano con un ascenso continuado de las temperaturas», por lo que, a su juicio, «no tiene sentido terminar con el horario de verano cuando el verano propiamente dicho, por meteorología y sensaciones térmicas, no parece haber finalizado aún, ni se sabe cuándo lo hará». El horario reducido, que adelantaba en una hora el final de la jornada laboral, pasando de 8 a 15, a de 8 a 14 horas, debería acabar hoy, último laborable de septiembre, según había pactado la empresa con los empleados al comienzo del año y como venía siendo habitual.
Chinea propone que el horario de verano «se adapte a la realidad de las estaciones» y que por lo tanto, para cualquier cambio al horario de invierno, «se tenga en cuenta una serie de datos de temperaturas y pluviosidad en un periodo de al menos 5 días». Sus compañeros de trabajo, si bien en privado suelen describir a Chinea como «un gandul que no sabe qué hacer para salir antes», también se muestran de acuerdo con su propuesta en la medida en que su hipotética aprobación les beneficiaría directamente. La empresa se muestra receptiva a una nueva negociación, si bien advierte que la reducción horaria podría acarrear una reducción también de sueldo, cuestión que Chinea está dispuesto a llevar hasta el Tribunal de Estrasburgo. Las conversaciones, por tanto, se adivinan calentitas.
La comunidad científica, por su parte, pide que por favor «no se haga un uso espurio y banal del cambio climático, que es un problemón de tres pares de cojones como para que ahora venga un listo a sacarle partido con el horario de verano»; los científicos temen que una utilización ventajista de esta tragedia climática «mande a la mierda cualquier esfuerzo porque la gente con tal de salir antes del curro es capaz de comprarse un Hummer solo para ir a comprar el pan».