La «troika» formada por la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo, acordó el pasado viernes intervenir el carnaval de Santa Cruz de Tenerife como medida para asegurar su supervivencia. Las directrices del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) establecen, entre otras condiciones, que «todo, desde el confeti hasta el ron Pampero y por supuesto los trajes de las reinas» será auditado por el Eurogrupo.
Así las cosas las rondallas han empezado a incluir Das Deutschlandlied -cuya tercera estrofa es considerada oficialmente como himno nacional de Alemania- como parte de su repertorio y las comparsas estudian la manera de recortar aspavientos superfluos sin temor a reconocer que durante años «hemos estado bailando por encima de nuestras posibilidades».
El mundo del humor y de la chanza tampoco quedarán a salvo del control europeo. «A las murgas se les exigirán unos mínimos de comicidad» advirtió Jean-Claude Juncker, presidente del Eurogrupo, «algo que hasta ahora no se ha venido produciendo». Además las nuevas directrices advierten que nada de letras que fomenten la desunión ni de chascarrillos homófobos (sin duda el asunto que más protestas ha originado). «¿Si no puedes llamar maricón a alguien sin venir a cuento qué sentido tiene estar en una murga?», lamentó el director de la recien bautizada murga «Los Primos de Riesgo».
También hay un aviso para el carnaval de la calle. «El nivel óptimo de eficiencia de una parranda se alcanza a las dos horas de su inicio», apuntó un experto, «por lo que todo lo que supere ese tiempo supone un dispendio de alcohol, energía y bromas sin gracia del que habría que prescindir». Además, como medida que contribuiría a convencer a los mercados sobre la seriedad del pueblo canario, se sugiere que personajes tan populares como El Cantinflas o La Lecherita sean sustituidos por figuras más edificantes como Hans el hacendoso o Úrsula la expendedora de leche.