Fuertes disturbios en varios colegios obligan a suspender el reparto de cromos de la Familia Hiperdino

Sólo La Gomera y El Hierro, donde la cadena de supermercados Hiperdino no cuenta con tiendas, se han visto a salvo de la locura desatada entre los menores por causa de la extraordinaria popularidad de los cromos de la Familia Dino, cuyo álbum los niños desean fervientemente terminar, recurriendo para ello a la presión en el hogar (se regala un sobre por cada 20€ de compra, lo cual está llevando a una situación económica límite a muchas familias), pero también a la violencia en los centros escolares. La Consejería de Educación ha tenido que autorizar a la Policía Canaria a entrar en estos recintos e intervenir para poner fin a los episodios más crudos de estas revueltas infantiles.

El Baifo Ilustrado ha conseguido recabar algunos testimonios de los menores que peor lo están pasando por causa de estos cromos. Así, M. M., de 9 años y residente en Tenerife, nos cuenta que «he hecho cosas horribles para conseguir estos cromos, cosas que me hacen sentir una basura, pero no podía parar; le he hecho la tarea a niños a los que odio, le he dado mi desayuno a una niña de mi clase toda una semana porque me dijo que tenía el cromo del hijo de Dino haciendo de DJ y la muy zorra no tenía nada». Entre lágrimas, nos explica que «también me he convertido en la clase de monstruo que amenaza a un niño de 2º con hacerle comer plastilina si no me da su cromo de Mamá Dino vestida de cuero; ahora mismo me odio pero el psicólogo dice que saldré adelante».

La joven E. L., una grancanaria de 11 años, también asegura que «he extorsionado a niñas que eran mis amigas y me he aprovechado de un tonto de segundo que dice que le gusto y que me ha dado montones de cromos; ahora mi madre me obliga a devolverlos y a pedir perdón pero yo no quiero, necesito más cromos, ¿tú tienes cromos? ¿Tienes? ¡¡Dame cromos!!».

Gustavo Elordi, miembro del equipo de marketing de Dinosol Supermercados, recuerda ahora que su idea de editar cromos de la Familia Dino fue criticada «e incluso ridiculizada» en varias reuniones pero ahora «los hechos me dan la razón, hemos creado un producto adictivo para los niños y que está dando excelentes resultados en nuestras cuentas». «A ver quién se ríe ahora del nota de los cromos», ha apostillado en tono autocomplaciente.

Un equipo de psicólogos de la Consejería atiende a los niños que presentan ansiedad ante la perspectiva de no poder terminar la colección, mientras Ebay y Wallapop se llenan de ofertas desorbitadas por los últimos cromos disponibles.

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