Adam Richman

Guachinche matancero derrota a «Crónicas carnívoras»

No pudo ser. Adam Richman, presentador del programa televisivo Man v. Food –conocido en España como Crónicas carnívoras- fracasó en su regreso a las pantallas al no poder superar el desafío de devorar todos los platos de un guachinche matancero.

Man vs. Food around the world suponía la renovación de un programa cuya continuidad estaba en el aire desde que Richman anunció el pasado mes de abril que se retiraba de las competiciones alimenticias. La intención de los productores era que Adam viajara por todo el mundo visitando sus restaurantes, aprendiendo sobre sus comidas y devorando sus platos más emblemáticos. La elección del primer destino ha sellado el sino del proyecto.

Adam Richman
El célebre tragaldabas yanqui se rinde en Tenerife.
Fuente: VTR.com

Primera parada en La Matanza de Acentejo

Tenerife iba a ser la primera escala de una larga lista de lugares y ha acabado siendo también la última. El paso por la isla picuda se produjo a propuesta de uno de los integrantes del equipo de producción oriundo de la comarca de Acentejo que en una reunión de trabajo comentó que su abuelo cultivaba su propio vino e informó a los interesados yanquis sobre el concepto de guachinche. Matt Sharp, productor ejecutivo del programa, consideró que una bodega casera en una comarca rural era una buena forma de calentar motores y adaptar las tripas de Richman para desafíos mayores. Total ¿qué daño podía hacer una carta tan reducida?

El trío de platos del guachinche familiar se componía de queso de cabra casero, garbanzas compuestas y carne fiesta, todo ello según receta familiar y bien regado con vino de cosecha propia, como mandan los cánones. El desafío consistía en dar buena cuenta de un cuarto de queso, un puchero mediano de garbanzas y una bandeja de carne fiesta, más cuatro cuartas de la producción vinícola. Richman se las prometía muy felices hasta que el primer trago de vino le dejó la lengua como esparto.

Empezando por el queso -cortado en tacos alargados dispuestos de forma circular sobre un plato sisado de un hotel del Puerto de la Cruz durante las últimas vacaciones familiares- el presentador estadounidense descubrió las virtudes de los productos lácteos fabricados sin ningún tipo de control ni respeto por las normas sanitarias. Cuando increpó al dueño del guachinche éste resopló diciendo que “total, nunca se había muerto nadie por comer queso” mientras alababa las virtudes de un producto que olía como un cubo de calcetines para lavar y era objeto de tránsito por parte de una buena colección de moscas y hormigas.

Después llegaron las garbanzas, aderezadas con un quilo de chorizo, tocino, panceta, morcilla y bien bañadas en el mojo preparado por la señora de la casa. Richman solo pudo terminar la mitad del puchero entre gruesos lagrimones provocados por la potencia de la rica salsa canaria y agravados por los intentos de aliviar los ardores con más vino del país.

Por último, llegó la bandeja de carne fiesta, de la cual el presentador solo pudo tomar un par de trozos porque el adobo para la elaboración del plato incluía una generosa cantidad de la pimienta empleada para el mojo.

Con la boca insensible y gran cantidad de ardores estomacales, Richman recibió la puntilla en el postre: un polo “Astérix” que los dueños del negocio habían rescatado de una nevera que adornaba el salón guachinchero Actualmente el presentador está siguiendo una severa dieta de recuperación en un balneario alemán y ha manifestado su intención de no volver a hacer el programa, así como la de solicitar a su congresista que busque la forma de incluir a los guachinches chicharreros dentro del eje del mal.

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