La isla oriental se levantó el pasado martes envuelta en un conflicto milenario: fuerzas romanas y cartaginesas se enfrentaron en el parque natural de Corralejo. Los efectos de la batalla se han dejado sentir en la localidad homónima vecina.

Un encuentro cultural que ha acabado muy mal

Desplazados a Fuerteventura al poco de conocer la noticia, las primeras informaciones apuntan a un evento de naturaleza cultural que degeneró en declaración de guerra. Un portavoz del Ayuntamiento de Corralejo –que ha preferido permanecer en el anonimato- nos explicó las claves de esta nueva guerra púnica.

El descubrimiento en isla de Lobos de restos romanos impulsó entre la población majorera el interés por la Historia antigua. Fruto del mismo fue la fundación de varias sociedades de recreación históricas. La primera de ellas decidió centrar su labor en el estudio de la legión romana, para lo cual sus creadores tomaron la determinación de articularse siguiendo el esquema de la poderosa máquina de guerra latina. Paralelamente, los representantes de la comunidad libanesa en la isla, se animaron a recuperar las tradiciones fenicias y cartaginesas. Un encuentro de hermanamiento entre ambas organizaciones derivó en una batalla entre los integrantes de la “X Legio Capraria” y los de “Amigos de Cartago-Que nos manejen los Barca”.

Una visita al castrum de los “neo-legionarios” nos lleva a entrevistarnos con Chano García –o “Cayo Decenviro Consuetudinario”, como quiere que le llamen cuando va vestido con la toga senatorial- que expresa claramente su versión de la causa del conflicto: “los púnicos ésos pretendían que se reconociera la superioridad de Aníbal como general, cuando Escipión le derrotó y finalmente Roma se impuso a Cartago. No se puede cambiar la Historia, señores”.

Un segundo encuentro en el improvisado oppidum de los “neo-cartagineses” me lleva a conocer a Khouri Kaui, nativo de Sidón y afincado en Puerto del Rosario. “Amílcar Lancha”, según reza en su carnet de la sociedad de recreación histórica, nos recibe ataviado con su traje de notable del senado de Cartago y prodiga su versión con toda suerte de datos históricos: “Aníbal ha sido el más grande general de la Historia. Estrategas como Patton meaban Mirinda cuando escuchaban hablar de este genio de la guerra. Si los dirigentes de Cartago no le hubieran dado la espalda el mundo mediterráneo hubiera hablado cananeo. En inferioridad numérica Aníbal barrió a los romanos en Tesino, Trebia, Trasimeno y Cannas. Ahí queda eso.”

Nuevas indagaciones me llevan a una tercera entrevista con Hamid Hammad, un ciudadano mauritano residente en Betancuria que participó en el encuentro junto a una representación de la asociación cultural “Massinissa” de amigos de Numidia. Ataviado con las galas de jefe de la caballería númida, nos convida a un té y nos da distendidamente su relato de la historia: “Se había acordado que los libaneses traerían una parte de la comida, por lo que se presentaron con un cargamento interminable de dulces hechos a base de miel y frutos secos. ¿Cómo se llaman…? ¡Ah, sí! Baclava. El representante de los legionarios se cabreó y dijo que eso no es comida fenicia, sino una invención de los turcos. El dulcero responsable montó en cólera y dijo que turco los cojones, que eso era más fenicio que el tinte. En eso terció uno que hacía de centurión y que le espetó al pastelero que púnico las narices, que él sabía mucho de comida griega y que le estaban birlando a la cultura helénico-romana uno de sus legados más sabrosos. La cosa se podría haber solventado si no hubiera sido porque llegó un grupo de mallorquines vestidos de honderos. En sus vestimentas llevaban el logo de una cadena hotelera con intereses en el sur de Gran Canaria. Un manípulo de la legión que provenía de Maspalomas se indignó ante lo que consideraba una politización del encuentro y todo acabó como ustedes ya saben. Ahora tengo que dejarle, pues tenemos que decidir con qué bando iremos en la próxima batalla.”

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