La semana pasada tuvimos conocimiento de la polémica desatada en el municipio de Güímar, al coincidir en el mismo espacio urbano de El Socorro dos monumentos en homenaje, por un lado, a los Guanches de Güímar, y por otro, al colectivo LGTBI, representado en un busto de la activista Carla Antonelli, natural del municipio. El Ayuntamiento ha decidido tomar una decisión salomónica, y promueve la instalación de un único conjunto escultórico que homenajee de forma simultánea a ambos colectivos.
Antonio Nuño, historiador experto en la Canarias prehispánica y en movimientos sociales, señala que «esta iniciativa viene a cubrir un déficit que llevamos años manteniendo con la comunidad LGTBI de antes de la conquista; para muchos es una verdad incómoda pero había guanches gays, por estadística alguno tenía que haber, aunque no estuviera bien visto, que tampoco lo sabemos, y es momento de que lo asumamos». De hecho, este investigador ha sido de los primeros en resaltar el carácter inclusivo del lenguaje de los aborígenes: «fíjese que ni guancho, ni guancha, sino guanche, igual que ni menceyas ni menceyos, menceyes; esto ya nos está hablando de una sociedad donde se aceptaba la diversidad».
El Ayuntamiento ha convocado ya un concurso de ideas para esta nueva escultura que aunará los dos conceptos en disputa, a la espera de, en un futuro, poder instalar las estatuas inicialmente previstas en espacios diferentes donde no generen controversia. De momento, la idea con mejor valoración la ha presentado un artista local, quien propone una traslación en tres dimensiones del cuadro de Delacroix «La Libertad guiando al pueblo», en el que Antonelli encarna a la Libertad seguida por un grupo de guanches que se encaminan junto a ella a una vida de emancipación de su diversidad sexual, enarbolando la bandera del arco iris.
La decisión no ha gustado a nadie, lo que desde el Ayuntamiento de Güímar tradicionalmente se viene entendiendo como un aval.