Mencey Bencomo, nombre ficticio con el que busca mantener el anonimato, es un señor de mediana edad de ideología independentista que, llevado por la actualidad, ha decidido instalarse en su propio móvil el software Pegasus, con el que han sido espiados varios líderes políticos, para hacerse la ilusión de que el Estado español controla y vigila sus pasos debido a su radical peligrosidad.
Nos cita en una cafetería en la capital de una Isla que prefiere que no identifiquemos. «Sí, he tenido que hacerlo, me lo he instalado yo mismo para que el Estado español, siempre vil y opresor, vea que soy una person of interest, que más vale tenerme vigilado», señala Mencey Bencomo en una voz que es prácticamente un susurro. Añade que «no me extrañaría que ellos me lo hayan infectado ya por su cuenta, porque estamos organizando una muy gorda para el próximo 22 de octubre [Día de la Bandera Nacional Canaria], una muy gorda», y sin que nadie le pregunte, explica «puede que llamemos a dos batucadas en vez de una, para que se nos oiga». Además, se muestra convencido de que «con las nuevas relaciones con Marruecos, es más importante que nunca tenernos en el radar», según dice mientras se señala la nariz en un gesto incomprensible. Mencey Bencomo pone fin de forma abrupta a la conversación y abandona la cafetería, en cuya puerta es saludado por un conocido que le anima a quitarse las gafas de sol y la mascarilla en interiores y se despide de él al grito «hasta más ver, Isidro».
Por otra parte, con respecto a las informaciones que apuntan a que el eurodiputado canario Juan Fernando López Aguilar podría haber sido también espiado por haber denunciado el mal uso de este software, él mismo se ha apresurado a desmentirlo y asegurar que «si me han espiado, que no me cabe duda, es porque soy interesantísimo».