Siguiendo la tónica habitual del principio de acción y reacción, nos entrevistamos con el investigador paranormal herreño Juan Carromero, que desea compartir con este medio los resultados de su última pesquisa, después de haber visto la última aportación de su colega y rival, el gomero Tinerfe Loro en este medio. Nos citamos con él en un lugar solitario, bien alejado de cualquier establecimiento que sirva comida.
La investigación ha llevado a Carromero por unos territorios más terrenales y alejados de lo ultraterreno, presentándonos una historia de espionaje que implica a una recordada y querida figura de la literatura infantil: Gloria Fuertes. Según el heterodoxo erudito de la isla del meridiano, la poetisa madrileña habría sido agente de la CIA.
La tesis de don Juan se basa en el hecho de que Fuertes hubiera recibido una beca Fulbright para dar clases en los Estados Unidos. “Es bien sabido que ese programa es, en realidad, una vía de reclutamiento de agentes encubiertos de esta agencia que, como usted sabría si leyera los libros que he escrito y le invito a comprar, está metida en todas las conspiraciones que cualquier investigador alternativo que se precie conoce bien.”
Impactados por esta sorprendente revelación, planteamos al señor Carromero que esa pretendida relación causal plantea ciertos problemas, a lo que él responde con la contundencia habitual: “Ya está usted pensando como un arpío, señor Gunnarson. Yo le pido fe y usted me pide pruebas. Si mira usted las hemerotecas verá que a su regreso de América, la señora Fuertes siguió una agenda secreta, manteniendo contacto con sus jefes de la CIA a través de sus clases de español para americanos en Madrid. Empezó a aparecer en la programación infantil y su presencia era constante en programas como Un globo, dos globos, tres globos, La Mansión de los Plaff o La Cometa Blanca. Ahí puso en marcha un cuidadoso plan para hacerse con las conciencias de la sociedad española a largo plazo: los niños de esos años son hoy adultos y en sus actitudes en las redes sociales muestran una blandura mental que solamente se explica por la exposición prolongada a los poemas de Gloria Fuertes.”
Un tanto escépticos ante esa conclusión, solicitamos al don Juan más indicios, a lo que él responde de forma impaciente: “Pero vamos a ver ¿no le resulta extraño que los programas infantiles dieran paso a esta señora que leía unos poemas que hubieran servido como letras de una canción compuesta por Nacho Cano? Pregúntele a cualquiera que fuera niño en esos años y le dirá que aquellas apariciones les resultaban extrañas, pero con un único canal de televisión no había hacia dónde escapar. ¿Quién no se quedaría tonto escuchando eso de el perro ladra, el gato maúlla, la araña teje, la muy capulla?”
Dejamos al señor Carromero enfrascado en sus pensamientos y repitiendo una y otra vez que “el perro ladra, el gato maúlla y la araña teje, la muy capulla” sin atrevernos a explicarle que esos ripios no los compuso Gloria Fuertes, sino Martes y Trece.