Investigadora canaria propone un diccionario de anglicismos inútiles

Guacimara Cabrera, alumna del Máster en Traducción e Interpretación de la ULL, ha obtenido la máxima calificación en su trabajo de fin de titulación, que ha dedicado a todos aquellos anglicismos que, en su opinión, demuestran una alarmante falta de cultura y una cierta tendencia a hablar según las modas.

Hacerse el interesante

A través de una entrevista concedida a través de Skype, doña Guacimara se sincera con este humilde juntaletras: “Me planteé hacer este trabajo de investigación porque había una cosa que no entendía y que, en realidad, no termino de entender: el inglés es nuestra eterna asignatura pendiente entre nosotros, pero hay quien insiste en trufar su vocabulario con todo tipo de anglicismos, sean necesarios o no. No me meto con el uso de palabras que han pasado a ser parte de la vida cotidiana y el español que se habla en Canarias debe mucho al inglés, pero algunas son superfluas y solamente sirven para que el castellano se empobrezca. ”

La señora Cabrera está ahora trabajando en una versión comercial de su trabajo, que llevará como título provisional “Diccionario de anglicismos idiotas”. Nos pone un par de ejemplos de entre aquellos usos que la molestan más: “La conversión de los teléfonos móviles en ordenadores en miniatura nos ha traído el término selfie. Existen en castellano palabras como autorretrato o expresiones como auto-foto que son válidas. Pero no: hay que hacerse el interesante y decirlo en inglés, como si con eso fueran a resultar más atractivas las fotos de pies. Los aprendices de repostero que quieren fardar se han invitado el rollo de los muffin, que no son más que madalenas con cosas raras encima. Será que el inglés da más sabor, no sé. Sin embargo, lo que me pone definitivamente de muy mala leche es lo del coaching. Es la mayor venta de humo que he visto en mi vida. En cuanto intentas que uno de esos coachers te explique con claridad qué es lo que hace, empiezan a divagar sobre el sexo de los ángeles. Debo confesar que, pese a los cabreos que me cojo, la bobada del coaching me ha servido para abrir una nueva línea de investigación: la teoría de que hay anglicismos que, pese a su naturaleza superflua, acaban siendo el fiel reflejo del concepto que denominan. El coaching no es nada más que humo y, afortundamente, en español no tenemos ninguna palabra equivalente para semejante tontería.”

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