Han pasado varios años desde que científicos de la talla de Karl Handräcker, Abimael Fumado o Boleslao Tchorizenko postularon la tesis físico-politológica de la concejalía cuántica. Durante este tiempo, la comunidad académica ha seguido profundizando en este interesante campo de investigación, hasta alcanzar otro hito en su desempeño: el teorema del escrache cuántico-electromagnético.
En esta ocasión, empezamos hablando con el profesor Fumado, el cual nos explica algunos detalles de esta sorprendente tesis, que explica la razón por la cual el fenómeno o mecanismo de los escraches puede interpretarse como jarabe democrático o como presión antidemocrática: “Después de varios años de intenso estudio, mis colegas y yo hemos llegado a la conclusión de que el escrache es un fenómeno en el que el observador desarrolla una percepción de polarización electromagnética. Así, un observador de perspectiva dextrógira interpretará el escrache de forma totalmente distinta a otro que tenga un punto de vista levógiro.
Por otra parte, el doctor Tchorizenko matiza las afirmaciones de su ilustre colega, al considerar que existe también una polaridad ambiental que debe ser tenida en cuenta, en su interacción con la que alberga el observador. “Un observador dextrógiro” -nos explica- “interpretará que los escraches sufridos por Isabel Díaz Ayuso como actos antidemocráticos. Sin embargo, un observador levógiro los considerará la legítima voz del pueblo. Estas posturas se invertirán si el objeto de la protesta es Pablo Iglesias, por ejemplo.”
Por último, hablamos con el investigador Handräcker que se sitúa en una postura distinta respecto de la de sus colegas: “La naturaleza cuántica del escrache queda patente por el hecho de que no podamos disociar su sentido de la percepción del observador. El carácter dextrógiro o levógiro convierte al fenómeno y a quien lo contempla en un sistema binario simbiótico, en el que quien ve altera la realidad de lo que ve.”
Esta osada tesis científica ha generado ya algunas reacciones en el ámbito político. Así, ciertas formaciones que han echado mano de los escraches en el pasado se están planteando la posibilidad de crear instituciones de la verdad y la corrección a todos los niveles territoriales, con el fin de eliminar la naturaleza cuántica de estos fenómenos y determinar -a ser posible, vía decreto-ley- cuándo los escraches son democráticos y cuándo no.