Composición de Bernhard Hecker

La UNESCO declara La Palma primera isla vintage del mundo

La población de la isla bonita está de enhorabuena, pues el pasado 12 de septiembre, el gabinete de comunicación de la organización dependiente de las Naciones Unidas declaraba a La Palma como primera isla “vintage” del mundo.

La UNESCO, en tanto que organización para la educación, la ciencia y la cultura, ha inaugurado con la isla canaria una nueva categoría en su cruzada por la protección del patrimonio cultural. Así, al colectivo de ciudades patrimonio de la humanidad acaba de añadirse el de territorios “vintage”.

Puestos al habla con la persona responsable de prensa de la Organización, esta nos ha remitido a la promotora, la antropóloga alemana Elke Brinkmann, de la Schwarzbaldklinik Universität de Múnich, que ha tenido a bien contestar amablemente a nuestras palabras a través de videoconferencia: “Mire usted, Herr Gunnarson” –comienza animadamente- “Yo pasé los veranos de mi infancia y adolescencia en el chalet de mi abuela en Tajuya. Ella y su segundo marido habían llegado a la isla en 1945 por motivos de salud, así que mi madre y sus hermanos se criaron medio bávaros, medio palmeros. Luego mi Mutti se fue a estudiar y me tuvo a mí, pero siempre volvíamos a la isla. Allí se forjó mi amor por la Antropología y por aquella tierra y sus gentes, tan sensibles al arte. Si no ha visitado usted la isla, debería: parece que aquellas cumbres el tiempo pasa de forma morosa, como la niebla que se derrama por las montañas.”

Después de la digresión poética, la señora Brinkmann explicó los pormenores de su informe: “La isla conserva tradiciones, prácticas y productos que han desaparecido del resto del planeta. Después de un amplio trabajo de documentación e investigación sobre el terreno, puedo indicarle a título de ejemplos anecdóticos que en los comercios palmeros aún se pueden comprar chicles Bazooka Joe, botellines de Mirinda y polos de Astérix. Todo eso está descatalogado al menos desde los años ochenta. También puede encontrar usted en los expositores de algunos establecimientos cintas de casete con chistes de Arévalo, Lolo el gomero o Eugenio a precio de estreno… En fin, toda la isla es un museo viviente de productos perdidos pero aún consumibles”.

Las conclusiones de la doctora Brinkmann han convencido a la UNESCO de la necesidad de proteger esta faceta de la idiosincrasia palmera. Después de barajar otras denominaciones como “patrimonio de la viejedad” o “sitio donde deberían tirar más cosas” se han decidio por el más comercial y atractivo de “isla vintage”.

Una de las avalistas de la iniciativa, la gastrónoma escocesa Pam Bhufetta, ha saludado el éxito de la misma con la realización de unas jornadas gastronómicas en el puerto de Tazacorte, donde la audiencia podrá deleitarse con manjares locales como el Nik de fresa, los polos de hielo o los panes dulces con mermelada (conocidos por allí como ensaimadas).

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