Un usuario que no ha querido identificarse marcó en la tarde de ayer el número del teléfono de La Esperanza, y fue atendido por el alcalde de El Rosario, Escolástico Gil, que en ese momento se encontraba de casualidad al lado del teléfono. El primer edil, que no quiso hacer el feo de dejar de escuchar a esta persona ni pudo encontrar el modo de abandonar elegantemente la conversación, pasó casi una hora y cuarto al otro lado de la línea, aconsejando a un usuario que está pasando por un momento delicado de su vida y al que se le acumulan los problemas e infortunios.
No es la primera vez que la confusión motivada por una mayúscula mal puesta en el teléfono de «La Esperanza» acaba ocupando al alcalde en las desventuras de ciudadanos anónimos que, en no pocos casos, ni siquiera son de El Rosario. Desde el Ayuntamiento ya se han puesto en contacto tanto con esta entidad benéfica como con la compañía telefónica a fin de tomar medidas para atajar el desbarajuste de agenda que se produce cada vez que hay una llamada y el alcalde, sin siquiera mirar antes el identificador, descuelga el teléfono y se dispone a escuchar y aconsejar a estos llamantes anónimos.
Fuentes cercanas al gabinete de alcaldía muestran su preocupación pero señalan que el alcalde no está precisamente a disgusto con estos hechos: «él siempre explica quién es al final de la llamada, y en alguna ocasión esto ha derivado en una mejora del turismo en el municipio, en concreto una vez vino un señor de Reus que habló con él y que gracias a sus consejos superó una crisis vital; a Escolástico, con su bonhomía, esto ya le compensa».
