Transcurridos diez días tan solo desde la puesta en marcha de la campaña de dinamización comercial «Refresca tus compras», en la Zona Centro de Santa Cruz de Tenerife, sus promotores se han visto obligados a suspenderla, tras los continuos disturbios que se generaban por su causa, así como por la masiva afluencia de compradores, que han desbordado hasta lo inmanejable todas las previsiones.
Recordemos que esta iniciativa, impulsada por el Gobierno de Canarias, el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, el Fondo Europeo de Desarrollo Regional, el Cabildo de Tenerife, el Ayuntamiento de Santa Cruz, la Sociedad de Desarrollo y la Federación de Áreas Urbanas de Canarias (la OTAN no quiso aportar una financiación que, a la vista de los hechos, habría sido más que necesaria), consistía en la distribución de tarjetas rasca-rasca a partir de un determinado importe de compra, a determinar por cada comercio adherido, con las que se podía ganar un polo de Clipper de la marca Kalise.
Ya desde el segundo día de la campaña se podía apreciar el nerviosismo de los compradores ante los primeros signos de desabastecimiento de tarjetas, cuya virulencia fue aumentando de forma exponencial conforme se corría la voz de que no quedaba ni uno de los 1.000 polos que se iban a repartir en la promoción. Los reventas de tarjetas rasca-rasca hicieron una fortuna durante unas horas, pero al quedar esta suerte de mercado negro también sin existencias, la violencia se abrió paso. Discusiones, gritos, malos modos en los comercios… todo fue in crescendo hasta alcanzar unos niveles de descontrol como los que se vivieron en los disturbios del área suburbana de París en 2005, con apedreamientos de escaparates y papeleras quemadas.
Nayra Padilla, dependienta de una conocida tienda de ropa en la calle Castillo, tuvo que ser atendida por médicos del Servicio Canario de Urgencias tras haber sido agredida por un energúmeno que reclamaba un polo de maracuyá: «al principio bien, compró treinta camisetas para que le tocaran diez tarjetas, pero sólo nos quedaban siete y ahí fue cuando empezó a ponerse nervioso, a decirnos que éramos unas sinvergüenzas engañando a la gente con polos que no existían; yo me ofrecí a comprarle uno en el camión de California pero eso casi fue peor, no hacía más que gritar que quería un polo Clipper de maracuyá», nos dice antes de que las lágrimas interrumpan su discurso.
Herbert Forehead, un crucerista norteamericano de 70 años que vivió una escena similar en un comercio de la plaza de la Candelaria, relata para El Baifo Ilustrado: «tío, yo estuve en la Ofensiva del Tet, yo me pateé el delta del Mekong siendo un crío, y ni de lejos se parecía a lo que he visto en Santa Cruz de Tenerife; al principio no lo entendía, pero cuando probé el polo comprendí por qué todos esos hombres arriesgaban sus vidas por alcanzar un polo Clipper, un refresco de hielo de exóticos sabores que bailan en tu paladar, maldita sea».
Considerando el alto coste que ha tenido movilizar a las fuerzas de seguridad para restablecer el orden en la Zona Centro, cabe concluir que la campaña no ha tenido el éxito que se esperaba, dado que no ha animado al consumo sino al vandalismo. Según fuentes de Fauca, se ha descartado ya repetir en Navidades pero cambiando el polo Clipper por unos tradicionales turrones de Tacoronte. «Podríamos habernos visto reclamando la intervención del Ejército si se nos ocurre seguir adelante sin garantizar suficientes turrones», han declarado.
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