La posibilidad de que el Gobierno de Canarias, en sintonía con otras Comunidades como Cataluña, apruebe un impuesto al azúcar para combatir las altas tasas de obesidad de las Islas ha puesto en pie de guerra al sector repostero, encabezado por los turroneros, que han sido los primeros en advertir de las consecuencias. Amalia Noda, portavoz de la Asociación de Turroneros, ha sido contundente al afirmar que «habrá violencia».
Noda afirma que «la repostería canaria se basa en el azúcar, toneladas de azúcar, que se anclan al paladar y permanecen durante horas en el gusto; un impuesto al azúcar sería muy injusto, porque recortaría nuestro margen de beneficio, que ya es reducido, y atentaría contra una de nuestras tradiciones gastronómicas más queridas». Por todo ello, la Asociación de Turroneros no duda en avisar de que «si tenemos que teñir de sangre las calles de Canarias para que nuestros dulces puedan seguir llevando la absurda cantidad de azúcar que llevan sin tener que repercutirlo sobre el consumidor, lo haremos, no dude de que lo haremos».
La portavoz exige al Gobierno que «antes de ir a por nosotros, vayan a por los dulces de fuera, como las tartas de Santiago o los cupcakes, o a por las grandes cadenas de comida rápida, tan opuestas a la dieta saludable de nuestros guachinches». «Los poderosos siempre van a por el postre más débil», aseguró Noda, quien recalcó que la mayoría de los turroneros sólo dispone de un carrito itinerante, «ni siquiera de un local en condiciones».
Por su parte, la Confederación de Reposteros de La Palma también ha señalado que, en caso de que se aprobase ese impuesto y otro a las almendras, se verán obligados a constituirse en comando terrorista y sembrar el caos hasta que se retire. «No queremos, y de hecho hasta nos da pereza, pero si es lo que se precisa para defender nuestras rapaduras, actuaremos sin dudar», indicó el presidente de la Confederación, ya encapuchado.