Adela Parrado, madre canaria certificada de nivel 1 residente en Guamasa (Tenerife), ha puesto esta mañana a descongelar los langostinos que servirá en la cena de Nochebuena de mañana a sus cuatro hijos y nueve nietos, y respectivas parejas, manjar que, con antelación, compró en septiembre aprovechando los bajos precios de una oferta en su Mercadona más cercano. Esta estrategia basada en la previsión ha permitido a Parrado abaratar notablemente su cesta de la compra navideña y no ser víctima de los altos precios que la ley de la oferta y la demanda impone en estas fechas tan entrañables.
Parrado confiesa que también tiene comprados los turrones desde que fueron puestos a la venta el 20 de agosto, convenientemente ocultos en una zona inexpugnable de su despensa, al abrigo del calor, la humedad y cualquier circunstancia desfavorable que pudiera estropear la calidad de los productos, así como lejos de la vista de sus nietos más golosos. En lo que se refiere a las bebidas, Parrado admite que compró los refrescos aprovechando la tarjeta de Makro del hijo de una vecina, y que los botellas de cava son las que sobraron de la cesta de Navidad de su yerno el año pasado, «por lo que ahora estarán añejas y de mejor sabor, ya que el cava no caduca, eso lo sabemos todos».
A fin de optimizar el tiempo de trabajo, esta madre canaria lleva desde mediados de noviembre haciendo y congelando croquetas, que servirán de entremés, con lo que ha ido quedando de lo que cocina cada día. Junto a las croquetas, Parrado tiene previsto poner en la mesa jamón serrano, «pero ya en lonchas, porque comprar la pata no sale a cuenta, el hueso también te lo cobran al peso y eso luego nadie se lo come, que yo no tengo perro».
Todo es ilusión y ahorro en casa de Adela Parrado, una situación que se repetirá el 6 de enero, cuando los Reyes Magos repartan los regalos que la mujer ha ido comprando, con inigualable administración de su pensión, desde las rebajas de junio.