Durante la presentación en La Cuesta del círculo murguero de Podemos, este humilde reportero tuvo ocasión de conocer a Juan Carromero, investigador herreño afincado en el barrio fronterizo entre La Laguna y Santa Cruz que siguió con vivo interés las explicaciones vertidas durante la rueda de prensa. A la salida de la misma, me llevó a un conocido lugar de comidas de la zona para revelarme los increíbles resultados de sus investigaciones.
Una respuesta para un misterio
Mientras, con no pocos esfuerzos, declinaba sus constantes ofrecimientos para compartir su sándwich mixto especial con papas locas, escuchaba atentamente el relato de sus estudios. Carromero lleva muchos años dedicado a la investigación de conspiraciones y misterios de los que “ellos” no quieren que sepamos nada. Carnavalero desde los días en los que la gala de elección de la reina santacrucera se hacía en el Guimerá, se descubrió a sí mismo un día en pleno proceso de reflexión durante la quinta hora de la final de un concurso de murgas.
“Mientras escuchaba las canciones de aquel año, empecé a hacerme preguntas” –dijo tras dar buena cuenta de las papas locas- “Todas las murgas parecían contar las mismas historias: los canariones son maricones; somos la voz del pueblo; los políticos son todos unos ladrones; los canariones se conocen de atrás; los políticos no nos dan la subvención; el carnaval de mi gente… tomé notas en mi nuevo cuaderno de reportero e inicié un frenético proceso de recopilación de datos. Consulté las letras de otros años; investigué en el rastro de Santa Cruz hasta hacerme con una buena colección de discos y casetes de murgas y afilarmónicas… La repetición constante de temas lleva desarrollándose desde hace muchos años pero ¿cuál era el hilo conductor?”
“Seguí adelante en mi proceso de búsqueda, visitando a amigos cuyas familias habían carnavaleado delante de los grises. Rescaté publicaciones más antiguas y descubrí la verdad: hace treinta años algo pasó con los letristas murgueros. Todos fueron capturados y sustituidos por versiones cibernéticas programadas para componer y cantar constantemente las mismas temáticas.
Asombrado ante esta singular revelación, pido a Carromero que me explique cómo ha llegado a su conclusión. Su respuesta se retrasa porque está terminando de dar buena cuenta de su sándwich especial. “Mi afirmación puede probarse mediante un estudio estadístico de las letras de las canciones murgueras desde 1985 hasta la actualidad. Se puede comprobar con qué frecuencia se hace referencia al vecino grancanario, cuándo se ataca al concejal de turno y en qué ocasión aparece la palabra ‘maricón’. En cuanto a la sustitución cibernética, es más que evidente la razón: en 1984 se estrenó Terminator en los cines. Mi conclusión es que Skynet existe y que lleva tres décadas sentando las bases para sojuzgar a la humanidad. Para ello tiene que desacreditar a la voz del pueblo. Yo lo tengo muy claro: los letristas murgueros actuales son un avanzado modelo de terminator musical, y aseguraría que ya han sustituido a directores, diseñadores y compositores. Tiemblo sólo de pensar lo que harán el día en que extiendan su dominio a las rondallas y las comparsas.”
Confiamos en que el señor Carromero siga en pos de la verdad, tan pronto como se recupere de la salmonelosis que le ha tenido en cama en los últimos días.
