La aparición en el campus de Guajara de varias aves domésticas, que se convirtió en noticia viral hace apenas un par de meses, era en realidad la presentación de una candidatura al Rectorado de la Universidad de La Laguna, encabezada por una de estas aves galliformes: Doña Gallina.
Siguiendo la tradición ideológica plumífera de Don Pato, doña Gallina se ha presentado junto al resto de su equipo rectoral, intentando captar el voto del desencanto en el seno de la comunidad académica lagunera y criticando duramente a sus adversarios en la pugna por el gobierno de la institución.
En declaraciones exclusivas a este medio, doña Gallina se explaya a la hora de explicar las razones que la han llevado a ese movimiento, mientras da buena cuenta de unos granos de millo que algunos seguidores han tenido a bien traerle: “Mire usted, señor periodista. Mis congéneres y yo llevamos mucho tiempo picoteando aquí y allá, por los campus de Guajara y lo que hemos visto es una preocupante constante: no se invierte en la educación pública lo suficiente como para que pueda desarrollarse de la forma en que corresponde. Da igual que gobiernen los coalicioneros o los floridos. Con la enseñanza superior siempre se racanea y es necesario un rectorado que ponga los huevos sobre la mesa y cuide de las nuevas generaciones estudiantiles. Nadie tiene más experiencia que nosotros en la puesta ovular y lo de empollar, así que por eso hemos estirado la cresta y dado una pata al frente. La ULL nos necesita y, sin hacer el gallo o el gallina, responderemos.”
En relación con sus oponentes en los próximos comicios, doña Gallina ha manifestado que “respeto mucho a Rosi y a Fran. Hay que echarle valor con la que está cayendo y va a caer, para afrontar estas responsabilidades, pero la universidad pública no necesita ni citas de viejos muertos ni refranes de la abuela. Necesita huevos y se los vamos a dar. Con dos yemas, si es preciso.”
Tras estas declaraciones, doña Gallina dio una presentación en la que, ante la pregunta de la razón de denominarse como tal, siendo obviamente un gallo, generó una agria polémica entre dos sociólogas de la casa, que acabaron enzarzadas en discusión usando adjetivos como “terfa” o “invisibilizadora”.