Vecino del Valle de Aridane reconoce que salió mejor de la pandemia pero más codicioso de la crisis volcánica

Andrés R. T. es un vecino del Valle de Aridane que posee unos terrenos en la zona, por los que está pidiendo unos precios obscenos y disparatados aprovechando la alta demanda y la laxitud de la nueva legislación que permite construir en prácticamente cualquier suelo. Tras realizar un proceso de reflexión interior, este hombre de mediana edad y conserje de profesión, ha concluido que salió de la pandemia hecho una mejor persona, pero de la crisis volcánica, hecho una rata codiciosa.

Según recordó ante los medios de comunicación, «durante el confinamiento salí a las ocho a aplaudir todos los días, hice algunos recados a unos vecinos que estaban impedidos y en general seguí todas las recomendaciones sanitarias, pero en la crisis volcánica, desde que se empezó a decir que la reconstrucción iba a ser en el mismo sitio y que se aprobarían las leyes que hicieran falta, pues se me empezaron a hacer los ojos chiribitas, no lo voy a negar». Andrés heredó de sus abuelos un terreno baldío en Los Llanos que ha mantenido desocupado durante años a pesar de la fertilidad del suelo del Valle, y ahora está pidiendo hasta cuatro y cinco veces el valor que tenía antes de la erupción.

«No es algo que yo esté eligiendo, ojo», aclara a la prensa, «es como una cosa superior a mí que me lleva a especular con el suelo y las necesidades de mis vecinos, como si una mezcla de canariedad y ruindad me estuviese dirigiendo el pensamiento». Andrés culpa al Gobierno de Canarias, «por aprobar normas urbanísticas que se contonean de esta forma tan seductora» y al Ayuntamiento de Los Llanos «que no tenía hechos los deberes en materia de ordenación urbanística».

Andrés, por último, pide comprensión a sus vecinos ante esta oportunidad de oro que le ha obligado a convertirse en una rata codiciosa, y que dejen de desearle que «se gaste en medicinas» los pingües beneficios que espera obtener de su inmoral actitud.

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