Elaborar mojo rojo o mojo picón es todo un arte que no debe tomarse a la ligera o ejecutarse temerariamente. La delicada alquimia de los ingredientes hace fácil que nos pasemos con el picante, especialmente si no estamos muy duchos en la materia. El Baifo Ilustrado te ofrece varias pistas para saber cuándo te has pasado con la pimienta.
1. Has intentado eructar discretamente y te han llamado de Juego de Tronos para interpretar a uno de los dragones en la próxima temporada.
A menudo el mojo, y el condumio al que riega, dejan un retrogusto en el paladar un tanto marcado. Si ves que al expulsar esos pequeños gases se abre paso desde tu boca una lengua de fuego, no lo dudes, tienes que bajar la cantidad de pimienta quemona.
2. De las cinco personas que invitaste a comer, tres tienen las pupilas anormalmente dilatadas, uno está en la azotea gritando «soy el Rey Lagarto» y el quinto habla en una lengua que no conoces.
A menudo un exceso de picante desemboca en alteraciones de la percepción sensorial como las ya descritas. No debes alarmarte y, con calma, trata de bajar la temperatura intracraneal de tus comensales con unos Clippers bien fresquitos. Para bajar al comensal que se ha subido a la azotea, cántale suavemente temas de The Doors.
3. Los bomberos irrumpen en tu casa por el balcón.
Es muy probable que durante el proceso de cocción, la potencia de la pimienta haya dado a tu cocina un tono como de incendio, con lo cual alguno de tus vecinos habrá llamado a los bomberos temiendo por tu vida y por la integridad del edificio. Agradéceselo, no todo el mundo tiene vecinos tan preocupados.
4. Un beso de tornillo a tu pareja termina con quemaduras de segundo grado en su lengua.
Aunque la mayoría de las mujeres no besaría a un hombre que acaba de comer mojo, puede que, como Casillas a Carbonero en el Mundial de Sudáfrica, la hayas pillado desprevenida y le hayas expresado efusivamente tu amor. Si al despegaros él o ella tiene la lengua inflamada y huele a carne quemada, en efecto, te has pasado con la pimienta.
5. Te entra un buche de repetir y te despiertas entubado en la UCI.
Es un riesgo. Ese provechito que se atraviesa en el esófago y que de repente, sin previo aviso, sube hasta tu boca, puede ser un buen indicador sobre el exceso de picante. Si entre el buche y tu despertar entubado en la UCI transcurre un lapso del que no recuerdas nada, es que has puesto más pimienta de la necesaria.
6. Se te borraron las huellas digitales de la mano con la que cogiste el bol.
En casos excepcionales puede ser un gran medidor, ya que en ocasiones el poder de la pimienta es tan tremendo que traspasa el mismo bol donde has puesto el mojo y alcanza tu mano, borrando tus huellas digitales. Doble ventaja: sabes que te has pasado con la pimienta y puedes cometer delitos sin dejar rastro.
7. Pruebas una puntita y la canción de Caco Senante suena en tu cabeza como una triste balada.
Muy relacionada con las alteraciones sensoriales del punto 2, a menudo sucede que en contacto con las papilas gustativas y merced a un mecanismo que los científicos no han desentrañado aún, probar el mojo activa la zona del cerebro que alberga las canciones de Caco Senante, de modo que «Mojo Picón» pierde su carácter festivo para convertirse en una triste balada.