España es ese país en el que no hay dos personas que pidan el café de la misma forma y Canarias ese lugar donde hay mil maneras de prepararlo y de denominarlo: barraquito, zaperoco, leche y leche, liqui-liqui… dicen las malas lenguas que para camuflar la mala calidad de la bebida, pero siempre hay un espacio más para crear una nueva receta, cosa que ha hecho la barista llanense Kay Losada: el café “Don Marino”.
Puestos al habla con la señora Losada, ésta nos informa de los motivos que la llevaron a experimentar y dar como resultado esta nueva manera de entender el café: “Como barista, siempre me he preocupado por la forma en la que preparo y sirvo lo que se me pide. De unos años para acá he visto cómo llegaban a las islas nuevas formas como el flat-white que solamente sirven para que el esnob de turno, que ahora va de creador de tendencias, se eche pisto en Instagram. Quería algo con el sabor de las islas y se me ocurrió dar un giro a algo que es muy popular en mi pueblo, Los Llanos de Aridane: el café del quiosco de la plaza.”
Doña Kay nos explica que, siendo muy niña, acompañaba a su padre mientras él se tomaba un café solo en el quiosco. “Allí estaba siempre, acomodado en la barra, un señor muy alto, de voz profunda y traje gris marengo. Era don Marino, el cura del pueblo. Acodado y tomando su consumición, departía y tertuliaba con los parroquianos, los de la iglesia y los del propio quiosco, dejando pasar las horas. Mi café evoca esa visión de la vida y por eso lleva el nombre de ese sacerdote.”
La señora Losada nos expone que su café no es otra cosa que una deconstrucción conceptual del clásico solo que se presenta con el plato, la taza y la cucharilla más viejos del quiosco. Es una consumición que invita a la relajación, a la conversación distendida, rematada con un medio güisqui y a ver la vida de una forma tan particular que llevará a quien la abrace a llegar diez minutos tarde a cualquier cita que tenga. Es una incitación a la buena vida, a la evocación del buen comer y el mejor vivir, dejando de lado los asuntos mundanos. Como en tantos casos, un café de toda la vida con historia y al doble de su precio habitual.