Las lamentables declaraciones hechas por el presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, en el periódico El Día el pasado fin de semana, en las que se congratulaba del efecto beneficioso que para el turismo en las Islas puede tener la construcción de un muro entre Estados Unidos y México no son gratuitas ni casuales. Según el investigador y experto en el mundo de la construcción, Antonio Nuño, «Clavijo está ejecutando una estrategia de presión para lograr que Trump le adjudique a Antonio Plasencia la obra».
Nuño desvela que «las sospechas de conexiones entre el lobby de la construcción y Coalición Canaria son viejas en el Archipiélago; no descarto que el propio Plasencia esté presionando a Clavijo para que éste, a su vez, haga lo mismo con Trump». No obstante, este investigador destaca que «quizás sean esfuerzos baldíos, puesto que el hiper proteccionismo del nuevo presidente seguramente derivará en la contratación de alguna empresa estadounidense, salvo, por supuesto, que lancemos una baja temeraria súper loca».
Preguntado a este respecto el célebre constructor tinerfeño, Plasencia niega ser parte de estrategia alguna, si bien apunta que «si nos dan la obra a nosotros, quedarán totalmente satisfechos, porque haríamos el muro de hormigón fino y lo cubriríamos de fotos de murgas, con lo que los mexicanos quedarían definitivamente disuadidos de intentar cruzar la frontera».
Otros constructores canarios que intentan eludir la crisis como pueden ya han planteado su malestar por la falta de un concurso público que decida a favor de qué empresa se presiona a la Casa Blanca. Mientras tanto, desde el Gabinete de Presidencia se niegan a informar sobre el motivo por el que Clavijo lleva dos semanas mandando delicatessen canarias al presidente Trump.
