Tanausú Marrero vuelve a llevar a su madre ante la Justicia. Si en 2012 lo hizo porque su progenitora le preparó un disfraz de Carnaval «manifiestamente cutre», en esta ocasión, este joven vecino de Santa Cruz, ahora de 12 años, prepara una demanda por malos tratos psicológicos y daños morales, al verse obligado a renunciar a la fiesta de Halloween que daba un compañero del colegio para quedarse con su familia, visitar cementerios y celebrar los Finados con castañas y folklore.
Luis Javier Corredera, representante legal de Marrero y vecino de pupitre en su misma clase, explica que su cliente «había confirmado asistencia a la fiesta que daba Kevin, el niño más popular de 6º de Primaria, en la que se habían previsto divertimentos variados como disfraces, música, bailes, videojuegos y el clásico ‘truco-o-trato’ por el barrio con la posterior ingesta masiva de las golosinas recibidas». Sin embargo, Marrero «se vio forzado, por la autoridad materna, y sin posibilidad de negociación, a cambiar sus planes y celebrar los Finados, una tradición que le es ajena y desconocida».
Tanausú Marrero, pues, pasó la noche del 31 de octubre de una manera que, paradójicamente, «sólo puede ser descrita como una completa pesadilla», según su abogado. El calvario para este joven se inició por la tarde, con visitas consecutivas a diversos cementerios para depositar flores en las tumbas de los antepasados, y se agudizó por la noche, cuando el joven fue obligado a comer castañas y cantar temas folklóricos hasta altas horas de la noche. Se da la circunstancia de que las castañas le causan a Marrero un ligero problema de flatulencias «que su madre conoce pero del que hizo caso omiso, agravando así el sufrimiento de mi defendido».
Tanausú Marrero pide al juez una indemnización, en efectivo o en golosinas, y que inhabilite a su madre para decirle a qué fiestas puede ir en los próximos ocho años.