El ITER intentó sin éxito poner en circulación su propia criptomoneda: el «bitrichi»

Según ha podido saberse recientemente, el Instituto Tecnológico y de Energías Renovables (ITER), dependiente del Cabildo de Tenerife, no sólo disponía de un capital en bitcoins que al cambio actual ascendería a un millón de euros, sino que además tuvo un proyecto bastante avanzado para emitir su propia criptomoneda, llamada el «bitrichi», impulsado bajo el mandato del nacionalista Ricardo Melchior, que gobernó la principal institución insular entre 1999 y 2013. El actual grupo de gobierno, compuesto por PSOE y Ciudadanos bajo la presidencia de Pedro Martín, está investigando posibles irregularidades en la gestión del ITER y se ha encontrado con esta tentativa de criptomonedas de la que muy pocos tenían información.

Un trabajador del Instituto, que prefiere mantenerse en el anonimato, señala que «los bitrichis fueron un proyecto súper secreto pero que nunca terminó de cuajar porque no teníamos las herramientas informáticas suficientes y porque no sabíamos con qué íbamos a respaldar el valor de la moneda, aunque es cierto que como criptomoneda su valor depende de expectativas, por lo tanto, podríamos haber puesto en circulación los bitrichis fácilmente, porque expectativas era algo que bajo el mandato de Melchior nunca faltaba; si las infografías hubieran sido dinero, esta Isla habría sido Taiwan». El proyecto empezó a torcerse cuando Melchior se empeñó en sufragar varias grandes obras con la criptomoneda; este mismo trabajador indica que «de repente se le antojó que el tren que levitaba, ¿se acuerda usted de eso? qué años más locos, bueno, decía, se le antojó que el tren se podía pagar con bitrichis y que aún sobraba para dos puertos más; a partir de ahí, todo fue cuesta abajo». Que los acreedores del tranvía, en aquella época recién inagurado, no aceptasen bitrichis y preguntaran qué broma era ésa dio la estocada final al proyecto. Se da la circunstancia de que los bitrichis eran de las pocas monedas virtuales que también tenían céntimos, los llamado «alarquitos», en honor al que entonces era vicepresidente insular, el popular Antonio Alarcó.

El ITER ya tiene la orden de vender y tributar los bitcoins que posee, porque no procede que una Administración pública maneje una forma de pago opaca al fisco. El fracaso de los bitrichis, por su parte, se suma a otros tristes episodios en la trayectoria del Instituto, como tener que desmantelar el súper ordenador de cartón-piedra que se utilizaba para impresionar al científico Stephen Hawking, fallecido en 2018, en sus visitas a la Isla. El presidente Pedro Martín asegura que el grupo de gobierno será implacable a la hora de destapar las posibles anomalías que haya podido haber en la gestión del ITER aunque ha declinado especificar si incluirá los años en los que el PSOE co-gobernó la institución.

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