El Obispado de la Diócesis Nivariense registró a su nombre hace unos días la Catedral de La Laguna, ocho templos del municipio y una casona en el casco histórico, en el polémico procedimiento denominado inmatriculación, que permite inscribir por primera vez una finca o inmueble en el Registro de la Propiedad con la sola presentación de un certificado de la Diócesis que se atribuya su posesión. Tras ello, y dado que el acto pasó prácticamente inadvertido, el Obispado admite que «se ha ido viniendo arriba», y tras inmatricular el popular local de perritos calientes Casa Peter, finalmente «ha ido a por todas, para ahorrar tiempo», y se ha decidido a inmatricular el municipio de La Laguna por completo, incluido el barrio de Taco.
Una fuente cercana al obispo Bernardo Álvarez señala que «Monseñor Reverendísimo se planteó en un inicio ir poco a poco, inmatriculando inmuebles señeros de la ciudad, y de hecho llegamos a apuntarnos Casa Peter en el registro; luego fuimos a por los perritos de La Concepción, sobre los que teníamos más derechos porque hacen uso de un nombre católico, pero finalmente decidimos hacerlo todo de golpe». Según relata esta fuente, en el Registro de la Propiedad les confirmaron que La Laguna «no está a nombre de nadie, así que pensamos que era nuestra oportunidad para incluirla en nuestro patrimonio, desde el casco histórico hasta los barrios, porque para el Obispado La Laguna es una y trina: casco, barrios y Anaga».
Ahora que la ciudad lagunera es oficialmente propiedad de la Iglesia, el Obispado se plantea «desarrollar actividades dinamizadoras, por el bien del municipio, como procesiones semanales, cortando calles y haciendo las cosas a nuestro mejor entender sin pedir permisos al Ayuntamiento, que es un jaleo de papeles». De igual forma, desde esta institución se señala que «tampoco tendremos que preocuparnos de si nos hacen pagar el IBI, porque al ser nuestra serán los ciudadanos los que tengan que pagarnos por vivir en La Laguna, recuperando la bonita tradición del diezmo, que se estaba perdiendo».
Falta por ver cómo encajará ahora la Universidad en esta nueva La Laguna 100% eclesial. El Obispado admite que «si bien la ULL es una de las señas de identidad de este municipio, lo mismo nos vemos obligados a cerrarla como sigan saliendo librepensadores o vuelva el Campus Rock, nido de pecadores».
Los empresarios del ocio nocturno temen por sus negocios, mientras en el Ayuntamiento un gabinete de crisis comandado por el alcalde José Alberto Díaz debate qué hacer ante esta nueva situación y si el pendón debe salir en las procesiones semanales o sólo en las más señaladas.