El Pasto: sección de crítica cultural

«El Guardián en El Centenero», de Manolo Socas.

Manolo Socas, trabajador en excedencia de Unelco, ha publicado su opera prima, una novela que se pretende continuación de los devenires de Holden Caulfield, el protagonista de «El guardián entre el centeno», la conocidísima novela de 1951 de J. D. Salinger; en esta obra, Caulfield viaja hasta el barrio lagunero de El Centenero, donde prosigue con su deambular sin sentido, en un ambiente opresivo y, sobre todo, muy frío. Caulfield recorre la distancia entre El Sobradillo y Los Baldíos, una distancia que es externa pero a la vez interna, interactuando con los sorprendidos lugareños.

La crítica ha calificado la novela como «innecesaria» (Babelia), «una contribución inútil a la deforestación» (Novel Authors Today) y «otra acción cultural de nuestros trabajadores» (La Gaceta de Unelco).

Desde El Baifo Ilustrado le damos 1 baifito por su escasa calidad narrativa, insufrible hasta para las apenas 35 páginas de la novela.

 

 

Comisión parlamentaria del «Caso Mascarillas»

La última serie de la televisión del Parlamento de Canarias arranca muy arriba, pero la trama se pierde pronto en multitud de personajes a los que es difícil seguirles el arco narrativo. En esta primera temporada, que empezó quizás demasiado en alto con la comparecencia de Koldo García, elevando de inicio unas expectativas difíciles de igualar, ya hemos visto algunos giros de guion interesantes, como la subtrama de los comparecientes ilocalizables, pero también episodios soporíferos, entre los que destaca la sesión en la que declaró el comité de expertos que asesoraron al Gobierno durante la pandemia.

Merece la pena destacar el trabajo interpretativo de los actores que dan vida a los diputados y diputadas miembros de la Comisión, tan convincentes en sus papeles que realmente llegas a creer que todo aquello les da igual y realmente desearían estar desayunando en alguna de las cafeterías adyacentes. Contrasta Raúl Acosta, en su papel de presidente íntegro e interesado en llegar al fondo de la verdad.

Le damos dos baifitos porque creemos que el potencial de la serie aún se puede explotar y darle una segunda temporada y un cierre dignos a una serie que no es que tenga en vilo a los canarios, pero sí tiene un cierto interés por parte de la ciudadanía, deseosa de saber dónde fueron a parar sus cuatro millones de euros en mascarillas de baratillo.

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