El personal de la Dirección General de Deportes Autóctonos pasa la jornada haciéndose pardeleras

Pardeleras, toques por fuera y por detrás, agachadillas y cogidas de corva son el día a día del personal de la recién creada Dirección General de Deportes Autóctonos, donde se «apuesta por lo nuestro» desde el ejemplo. Según fuentes de la Consejería de Educación, Formación Profesional, Actividad Física y Deportes, no es infrecuente que la propia directora, Lorena Hernández, ataviada con la ropa de brega corporativa, reciba a sus visitas, tanto en su despacho como en la sala de reuniones, con alguna maña típica de este deporte, lo que obliga a los ciudadanos que piden audiencia con ella a venir entrenados y en guardia, ya que se han dado ya varios casos de visitantes que, cogidos de improviso, acaban con sus huesos en el suelo y alguna lesión al no esperarse esta demostración de canariedad.

Según fuentes que prefieren mantenerse en el anonimato, como decíamos, el personal no es ajeno a esta nueva costumbre: «aquí la pardelera es como el buenos días en la máquina de café, no se puede evitar y mucha gente ya viene directamente con la ropa de brega encima de la de calle, o sólo con la de brega si hace mucho calor». No obstante, no sólo de lucha canaria vive la Dirección General. «Estamos perfeccionando el salto del pastor para salir a la calle a echar el cigarrito, y estamos a la espera de recibir la autorización de los Servicios Jurídicos para negociar el presupuesto de la Dirección en un combate de lucha del garrote, que con sus vistosas revoleadas nos puede servir para conseguir más fondos con los que subvencionar nuestra actividad, y por ende, el deporte autóctono de las Islas», revelan estas mismas fuentes.

Con más preocupación se vive, sin embargo, la posible incorporación del arrastre de ganado a la actividad diaria de la Dirección: «no por los animalitos, nosotros encantados de tenerlos por los pasillos, sino porque luego eso deja mucha mierda y los servicios de limpieza ya nos ha dicho que como aquí cague una vaca, ahí se queda el emplasto», aseguran.

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