La profesión de humorista, probablemente, una de las más difíciles de cuantas pueblan el mundo del entretenimiento. Hacer reír es sumamente complicado y de ello dan testimonio la multitud de cuentachistes, monologuistas y y hacedores de “sketches” que pueblan las geografías insular y peninsular. Hoy eres la estrella de Comedy Central y mañana tus actuaciones juntan polvo en algún expositor olvidado de un guachinche o bar de carreteras. Por tal razón e, igual que los alquimistas buscaron la piedra filosofal, los profesionales de la risa buscan la inspiración que les permita llegar a la cima de la fama y, más importante, perpetuarse en la cúspide del éxito. Buscan la sublimación del chascarrillo, la fuente de la inspiración chistocrática y ésta se encuentra aquí en Canarias, en el caserío gomero de Lepe.
Tuve noticia de la existencia de este particular Shangri-La de la risa durante mi última visita a la isla colombina, con motivo de la reaparición de George R. R. Martin en la capital gomera. Ansioso por conocer más, me puse en contacto con Víctor Sordo, cronista oficial de la villa de Agulo y recopilador de toda la información existente en torno al Lepe gomero. Don Víctor me explicó detalladamente todo cuanto sabía sobre este místico lugar, así como la identidad de algunos de sus más célebres visitantes.
“Verá usted, señor Gunnarson” -comienza su crónica- “la combinación de dos nombres tan extendidos en la historia del chiste en lengua española ya llama la atención sobre el caserío y sus alrededores, pero, además, hay múltiples testimonios que dejan patente el poder chistoso-espiritual de la zona. Los más antiguos se remontan a los primeros años setenta, cuando dos jóvenes estudiantes de la ULL vinieron a pasar unos días en el lugar. Se alojaron en la pensión de doña Fefa y doña Sioni, que ya no existe y, a su retorno a las aulas universitarias, se convirtieron en el dúo humorístico que, aún hoy, conocemos como Piedra Pómez. Diez años después, un camarero grancanario vino de vacaciones y, al poco tiempo, dejó su ocupación para dedicarse a tiempo completo a la actuación. Se trataba de Manolo Vieira.”
Solícito y deseoso de dar a conocer sus trabajos, don Víctor nos deja parte de su material, el cual está lleno de interesantes detalles. No existe una explicación clara sobre lo que acontece en el lugar, aunque parece apuntar a una especie de viaje de descubrimiento interior, que puede culminar o no en el alcance de un estado de comunión chistosa, tras el cual y en caso de éxito, el viajero vuelve convertido en transeúnte del camino del humor. Con los años, la fama del Lepe gomero se ha extendido entre la profesión, estando documentadas varias visitas de Arévalo y unas cuantas estancias de Eva Hache. También están los diarios de una expedición financiada por Lina Morgan, los cuales fueron utilizados por los integrantes de Instinto Cómico para redescubrir el secreto del éxito de la vedette madrileña. Muchos son los llamados, mas pocos los elegidos, pues, entre los legajos acumulados por el señor Sordo, hay muchas referencias a intentonas saldadas con rotundos fracasos. Así, se sabe que Juanka Hernández intentó seguir en solitario los pasos de sus colegas de Instinto Cómico, sin alcanzar el nirvana de la carcajada al que aspiraba, al tiempo que otros exploradores del chascarrillo como Rudy y Ruymán, no pudieron pasar del muelle del puerto de San Sebastián. “La sublimación del chiste” -concluye don Víctor –“no está al alcance de cualquiera”.