La pasada semana se cerró con un nuevo ejemplo de la volatilidad de las redes sociales y las consecuencias insospechadas que puede tener el volcado de una opinión en la misma. Los “influencers” Nancy Japerra y Ricardo PC –bien conocidos en redes sociales como Twitter- se han recluido en una residencia privada en algún lugar del desierto de Gobi. La causa de su decidido exilio han sido sus ataques al carnaval chicharrero.
Nancy Japerra había desarrollado, hasta su marcha a Mongolia, una polémica carrera como comentarista televisiva en las redes sociales, que vinculaba a un blog en un conocido medio digital. Sus artículos “El cagadero de Mediaset”, “Puta o julandrón: periodista del corazón”. “Sálvame pocilga y Sálvame estercolero, de rufianes echadero” o “Aborto retroactivo para la audiencia de MHyV” le hicieron un nombre en el mundo digital. Por su parte, Ricardo PC había tenido una trayectoria paralela a su colega, con un blog en el que trataba cuestiones de actualidad. Sus aportaciones “Todo es una mierda menos lo que hago yo” o “No me voy de este país africano y tercermundista porque no tengo dinero” también prodigaron celebridad y reacciones airadas. Hasta ahora, ambos se habían basado en la premisa de que hablaran de ellos, aunque fuera mal. Sin embargo, todo cambió con la llegada del carnaval 2017.
Los dos blogueros habían decidido unir sus fuerzas y presentar una serie especial de entradas conjuntas en las que se iba a tratar –con su estilo habitual- el desarrollo de los carnavales de Santa Cruz de Tenerife. Sin embargo, esta iniciativa no ha pasado de una primera entrega, dedicada a las primeras fases del concurso infantil de murgas. Las airadas reacciones de las agrupaciones aludidas y sus familiares derivaron en un cíber-ataque a las páginas que albergaban el artículo –que lucieron durante tres días el mensaje “Mi vida es ser un Wanchinbón”-. Esta acción fue solo el prólogo de una sucesión de actuaciones que han derivado en el exilio de los blogueros. Ricardo PC confesó durante una entrevista a través de Internet que había amanecido con una cabeza de caballo fufo entre sus sábanas; por su parte, Nancy Japerra descubrió que su portal había sido objeto de un uso semejante al que se hace de algunos zaguanes santacruceros en periódico carnavalero –acción esta reivindicada por el comando Pipiland-.
Este humilde plumilla logró reunirse con los exiliados en el Gobi –gracias a un vuelo Estocolmo-Seul y un trayecto en burro hasta Mongolia vía Manchuria, conseguido gracias a los consejos viajeros del señor Kailos-. Allí, camuflados entre una delegación de monjes tibetanos, me cuentan que nunca habían creído que las reacciones de los colectivos carnavaleros fueran tan virulentas. “Hemos rajado de Mediaset, de Telecinco, de programas tremendamente populares. Insultos en redes, todos y más, pero esto nos ha superado en todos los frentes. Hemos pedido la nacionalidad mongola y un cambio de identidad, al menos hasta que esto pase… aunque Rafael Amargo, que también anduvo un tiempo por aquí, nos ha dicho que esperemos sentados.”
La entrevista tuvo que terminar abruptamente cuando la dirección del centro comunicó a los blogueros exiliados de que la murga local “los Yinyinkanes” se dirigía hacia allí para hacer un escrache, en solidaridad con sus homólogas chicharreras.
