El pasado mes de febrero, Santiago Correa, el responsable de comunicación de Metropolitano de Tenerife, S. A. -empresa responsable del tranvía- confirmó que nadie pagaba el tranvía en carnavales, sin que, al parecer, pudiera hacerse nada por evitarlo. Su apelación a los valores cívicos del pasaje -una parte del cual no solamente deja de pagar en carnestolendas, sino que extiende la costumbre al resto del año- parece haber caído en saco roto. Un rápido sondeo entre el público de la parada de Chimisay, permite detectar a algún pasajero cumplidor que, gracias a esas declaraciones, se está replanteando su posicionamiento, bajo la premisa de que “siendo buenos, somos y nos tratan como a bobos”, como declaró a este reportero una persona que prefiere permanecer en el anonimato.
Ante la perspectiva de que los ingresos por pasaje caigan drásticamente y siguiendo la filosofía de unirse a quien no se puede vencer, el propio Correa ha anunciado la próxima aplicación del programa “la voluntad” por el que el tranvía pasará a financiarse con las aportaciones que sus pasajeros dejen en una alcancía, colocada en el coche de cabeza. Estos cepillos ya han empezado a instalarse en los vehículos que cubren la línea dos y, en su primera semana, ya han recaudado dos euros con cincuenta céntimos, quince duros con la cara de Franco, diez pesos argentinos y medio petro. Ante la posibilidad de que el programa pueda saldarse con un fracaso, Metropolitano de Tenerife ha anunciado la existencia de un plan de contingencia en el que el señor Correa se vestirá de tuno e irá a acompañado de una estudiantina, amenizando al pasaje y animándole a colaborar económicamente, so pena de seguir escuchando clásicos como “Clavelitos”, “Fonseca” o “Estudiantina en tu reja”.