Las elecciones municipales se aproximan y las distintas fuerzas políticas aprestan sus recursos para afrontar unos comicios que, en el contexto nacional, se presentan sumamente reñidos. En este escenario, el ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife es una de las piezas más codiciadas, por su condición de refugio de una debilitada Coalición Canaria y plaza perdida para el PSOE, merced a una polémica moción de censura. Por tales razones, es claro que la capital tinerfeña será objeto de una feroz batalla y, en este contexto, algunos electores han propuesto un cambio en el modelo electoral, en el que la dispersión de los votos deje paso a un duelo en el que se combinen la política y el deporte: un partido de curlin.
El curlin o curling es un deporte de equipo que incluye ocho piedras de granito, un par de cepillos y una pista de hielo. Cada equipo se compone de cuatro personas, de manera que unas lanzan las piedras y otras se encargan, con los mochos, de intentar que la pieza llegue lo más cerca posible de la diana, sin tocarla directamente. La intención de este colectivo de electores chicharreros es el de promover un cambio en los comicios locales, de manera que las concejalías se otorguen en un partido de este deporte, en el que compitan todos los partidos que concurran al gobierno chicharrero.
Entramos en contacto con el colectivo de electores y nos recibe en una mesita del quiosco Numancia Paca Molina, representante del mismo. Amablemente, nos explica las razones de su propuesta: “las previsiones respecto de las candidaturas de los principales partidos en la ciudad solamente invitan a la abstención: Bermúdez, Hernández, Tarife… la perspectiva de ir a votar el año que viene es deprimente, así que hemos decidido darle emoción, proponiendo un cambio en el que cada candidatura pueda demostrar sus talentos para la gobernanza.”
Intrigados ante esta última afirmación, le preguntamos qué tiene que ver el gobierno de una ciudad como Santa Cruz con un deporte como el curlin y la señora Molina nos lo explica rápidamente: “el político local chicharrero tiende a ser populista y a calzarse las botas de agua, vestirse con el chaleco reflectante o tomar la fregona si con ello logra un titular, una buena fotografía y un acercamiento al electorado. Así pues, aprovechemos esta estrategia para darle algo de emoción a los comicios. Veamos si saben darle al mocho como corresponde o si es solamente postureo.”
Consultada la señora Molina en torno a la necesidad de una pista de hielo para llevar a cabo este singular proceso electoral, ésta nos indica que se ha procedido a rescatar el viejo anhelo del constructor Ambrosio Jiménez, de tener deportes invernales en el área metropolitana tinerfeña: “No será una pista de esquí, como tenía pensado, sino algo más modesto y, en todo caso, tan útil y aprovechable como el futuro circuito del motor que promueve el Cabildo” -concluye.