La noticia de la estancia de George R. R. Martin en la isla colombina, publicada en rigurosísima y rabiosa exclusiva por este medio, ha causado honda sensación en el sector editorial y entre el fandom de Juego de Tronos. Fieles a nuestro compromiso con nuestro público, les presentamos esta entrevista, concedida por un funcionario del Cabildo de la Gomera que ha querido mantenerse en el anonimato. Para garantizar su petición, nos reunimos en un espacio amplio y concurrido: el aeropuerto de la isla, sito en el municipio de Alajeró.
Muy buenas tardes y gracias por conceder esta entrevista.
De nada, por favor, pero que mi nombre no trascienda. Me juego la plaza si se descubre que he hablado con ustedes.
No se preocupe, que esto no saldrá de aquí, pero cuénteme ¿quién tuvo la idea de hacer una versión canaria de Canción de Hielo y Fuego?
No le voy a mentir. La idea partió de una persona del círculo relatívamente íntimo de Curbelo. No le puedo dar más datos, pero sí le diré que tiene la edad justa para haberse creído que la política se entendía viendo Juego de Tronos.
Perdone, pero ¿qué es eso del círculo relativamente íntimo?
Ah, bueno, así es como lo llamamos en el Cabildo. Es la camarilla que se mueve alrededor de don Casimiro, con la esperanza de pillar algo o, llegado el caso, tener la designación para la sucesión y, como le digo, de ahí salió la idea de contar la historia política reciente de las islas desde nuestro punto de vista, el de los gomeros. Una idea tan feliz como disparatada.
Disculpe, pero ¿no cree usted que la política actual se pueda explicar a través de Juego de Tronos?
Mire, ya la pregunta indica que usted ha visto las pelis como casi todo el mundo, dejando de lado los libros. No se lo censuro, señor Gunnarson, porque leerse cinco libracos cuya continuación no tiene visos de ver la luz en un futuro próximo es algo duro, pero, sinceramente, la única política se puede entender con esas novelas es la de la Inglaterra medieval. Hay que ser muy tolete para creer otra cosa, aunque quizá eso explique lo que hacen ciertos representantes del pueblo que… bueno, esto es de otra película. Pregunte, pregunte usted.
Una vez tomada la decisión de sacar adelante este proyecto y financiarlo con dinero público, lo siguiente y más sorprendente es el fichaje de George R. R. Martin ¿cómo han conseguido que paralice su obra más célebre y se embarque en esta empresa?
Pues eso, fíjese usted, resultó ser lo más simple: lo único que tuvimos que hacer fue enviarle por mensajería la propuesta, acompañada por cinco litros de miel de palma o como quiera que dejen llamarla ahora y diez quilos de almogrote local. También le mandamos algunos productos representativos de otras islas, como mojo picón palmero o bizcochos de Moya. El resto, como suele decirse, es historia. Al corazón de este escritor se llega por el estómago. A las dos semanas le teníamos alojado en una lujosa suite del Parador, trabajando a destajo y comiendo como si no hubiera visto pienso desde la comunión de Ronald Reagan.
La historia del primer volumen comienza con la desaparición del emperador Casimiro I el Muy Grande y la división de su imperio. ¿Por qué este punto de partida?
La premisa de esta heptalogía es la de considerar a ese personaje tan grande y tan importante que, como el Sauron de Tolkien, no puede aparecer. Será como en el pacto de las flores: don Casimiro no está en el gobierno pero su presencia se deja sentir y, sin él, ese acuerdo y este ejecutivo no hubieran sido posibles.
El hecho de que sean siete volúmenes y que el título general se asemejen tanto a Canción de Hielo y Fuego hace que me pregunte si no estamos ante un autoplagio oportunista.
¡Hombre! Si contratas a Martin para que escriba una obra de Martin, es inevitable que las comparaciones, odiosas ellas, surjan. Habrá reinos, intrigas, batallas, folleteo y mucha, mucha comida y bebida. Mas usted y sus lectores pueden respirar tranquilo: las cosas se parecerán pero no serán vulgares copias. Le pongo un ejemplo: en Sirinoque de mojo y gofio habrá bastardos a flejes, pero no se llamarán Nieve, Arena, Tormenta o Colina. No, señor. Aquí llevarán nombres de condumios locales. En el primer número aparece John Almogrote que, como hijo natural -presunto- de Casimiro, asume ese apellido. A medida que se visiten las otras islas, aparecerán John Rapadura, John Quesadilla, John Huevomole, John Bizcochodemoya, John Lechemachanga y John Torrija. Es un homenaje del escritor a las comidas canarias que más le han gustado. Nosotros queríamos cambiar el “John” por algo más nuestro como “Cho Juan”, pero Martin ha dicho que “Cho Juan Almogrote” no es nombre para el fundador de un imperio, sino para el bebedor continuado de unas perritas de vino.
En todo momento han hablado ustedes de siete novelas. ¿Podría adelantarnos algo más sobre ellas?
A día de hoy, solo está terminada la primera, que está ambientada principalmente entre la Gomera y la Palma. Después vendrán Colisión de gerifaltes, Aguacero de naifes, Pambufeta de grajas, Folía de perenquenes, Birujes laguneros y Sobada de primavera. A lo largo de cada entrega, los lectores visitarán otras islas, de modo que el número de personajes, intrigas y sub-argumentos irá creciendo. Martin se ha mostrado muy interesado por ciertos personajes de la política canaria, como Ángel Llanos, Pepa Lutzardo, Paco Déniz, Eligio Hernández o Carmen Luisi Castro. Ya nos ha adelantado que habrá un imperio en Güímar, un ducado en Frontera, un reino en Valverde y una marca en el Pinar.
Todo esto suena muy prometedor pero ¿ha habido alguna fricción con el novelista?
La verdad es que no. Todo ha ido como la seda, sobre todo desde que hemos programado las reuniones justo antes de la comida. Así, el hombre se deja convencer rápidamente de cualquier cosa. Eso nos ha permitido resolver algunos problemas, realmente peliagudos.
¿Podría citar algún ejemplo?
Pues, no sé… bueno, creo que sí: verá, Martin quería que en la historia hubiera un intrigante de fondo con ganas de ascender. Un Petyr Baelish, para entendernos. Iba a ser un grancanario llamado Pacuco Bailes y le iban a llamar siempre “Ñoño”. Pues don Casimiro insistió en que la ocupación de este personaje debía ser la de propietario de una cadena de librerías. Nosotros queríamos que se pareciera más a Meñique, pero no ha habido manera.
¿Creen que de aquí podría salir una serie televisiva tan exitosa como Juego de Tronos?
No sabría decirle. Estaría bien, pero ahí están los palmeros acechando para llevarse todo lo que huela a rodaje de fantasía heroica y, hasta ahora, solo se nos han acercado desde las productoras que han hecho los programas de Instinto Cómico y la serie de Manolo Vieira. Como podrá imaginar, hay pequeñas diferencias de enfoque y de presupuesto.
Muchas gracias por concedernos esta entrevista, señora…
¡SHHHHHH! ¡Me va a buscar usted la ruina! Bueno, hasta la próxima y ya sabe. Usted no me ha visto y no ha hablado conmigo.
Despedimos a nuestro interlocutor, que intenta camuflarse entre los cientos de viajeros que vienen y van por el recinto aeroportuario gomero.