La escalada del conflicto bélico entre las dos repúblicas que se reparten el territorio de la Graciosa continúa su curso. Mientras las fuerzas del norte y del sur se despliegan a ambos lados de la frontera imaginaria trazada a partir de la montaña de Agujas Grandes, el Estado Mayor de la República Cabildicia de la Graciosa (del Sur) ha ejecutado una arriesgada maniobra con el fin de rodear y aislar a sus adversarios norteños, más conocidos como “los barbudos”.
Fuerzas del II Tercio de la Legión Conejera (también conocido como Tercio de Yé, al pertenecer a ese caserío la mayor parte de sus trescientos integrantes) han desembarcado en la isla de Alegranza con el fin de ocupar el territorio (situado justo al norte de la Graciosa) y tener una base de aprovisionamiento para su flota de submarinos. Tres legionarios de la segunda bandera del citado tercio han plantado el estandarte sud-graciosero en el faro de Punta Delgada.
La reacción de los gobernantes de la Graciosa del Norte no se ha hecho esperar y el Almirantazgo mayor ha ordenado el despliegue de una parte de su segunda flota –compuesta por el acorazado “Pardela”, los destructores “Aguja grande” y “Aguja pequeña” y el portaaeronaves de helicópteros anti-submarinos “Pacuco”- en las aguas que separan la Graciosa de Alegranza. Igualmente han ordenado que su tercera división aerotransportada por hidroaviones se lance a la conquista de los Roques y de Montaña Clara.
Este reportero, cómodamente aposentado en su cuartel general de Playa Blanca, ha podido saber a través de fuentes fidedignas y ubicadas en alguna tasca anónima de Órzola que los parroquianos de la misma opinan que es muy probable que los minadores de la Graciosa del Norte siembren de minas las aguas que rodean los tres islotes, con el fin de dificultar el avance de la flota submarina sud-graciosera. Según Melo Arteaga, experto jugador de billar de la taberna en cuestión, los sureños habrían diseñado una base a construir en Alegranza, para la citada flota. Estas instalaciones estarían inspiradas en los planos de las construidas por los alemanes en Fuerteventura durante la Segunda Guerra Mundial, que miembros de la A. I. G. (Agencia Inteligente Graciosera) habrían recuperado de los cimientos de un hotel demolido por estar fuera de ordenación, en la zona turística de Costa Teguise.
Mientras ambas potencias se sitúan al borde de una peligrosa guerra total, diversos líderes mundiales intentan que la escopeta sea cambiada por la paloma. Así, se rumorea la posibilidad de que cierto presentador chicharrero experto en telemaratones realice una gira por el frente con el fin de apaciguar los ánimos apelando a la hermandad entre todos los gracioseros. Esta noticia sin confirmar ha desencadenado un torrente de acusaciones entre los gobiernos de ambos bandos, que se han increpado mutuamente por el uso de tácticas expresamente vetadas por las convenciones internacionales.