El conflicto entre los gobiernos estatal y autonómico sobre el peliagudo asunto de las prospecciones petrolíferas ha provocado un giro copernicano en la política del ejecutivo presidido por Paulino Rivero respecto de la ecología y el ecologismo. Fruto de este cambio de rumbo ha sido el anuncio de un nuevo catálogo de especies protegidas en el que, según fuentes del Gobierno de Canarias, se ampliaría el número de endemismos a salvaguardar.
“Para proteger el patrimonio especístico de las islas”
El comunicado por el cual se ha difundido la intención de reformar el citado catálogo comienza mencionando expresamente la necesidad de proteger la riqueza y el patrimonio de especies del archipiélago: “Para proteger el patrimonio especístico de las islas es que este Gobierno ha tomado la determinación de abordar un nuevo cambio en el catálogo de especies protegidas, con el fin de incluir especímenes que, según los expertos, corren riesgo de desaparecer o se encuentran amenazados por la presión medioambiental.”
Puestos al habla con un representante del ejecutivo autonómico que prefiere mantenerse en el anonimato pero de cuya versión no tenemos motivo para dudar, se nos indica que la nueva redacción del catálogo ha sido el resultado de importantes y sesudos estudios sobre la materia. “Puede parecer una maniobra propagandística en el marco de nuestro conflicto con el Estado -que, por cierto, es ciego, sordo y mudo a las legítimas reivindicaciones de Canarias- pero lo que vamos a presentar es el resultado de largas horas de trabajo. Ahora sólo puedo avanzarle algunos datos puntuales, pero le voy a poner como ejemplo las conclusiones de los estudios relativos a La Laguna. En ellas queda patente que dos especies que antaño se extendían a lo largo y ancho de la comarca universitaria están a punto de desaparecer: el tuno negro (homo nigra sceleratus) y el seminarista común (homo commune seminarian). En consecuencia, el nuevo catálogo incorporará a ambas categorías y propondrá medidas para evitar su desaparición y promover su reintroducción en aquellos territorios en los que habitaban antaño, como los nuevos centros de la ULL o las rúas peatonales de Aguere.”
A la hora de explicar los pormenores de este estudio alusivo a la ciudad de los Adelantados, nuestro interlocutor desgrana algunos detalles sumamente interesantes: “originalmente, el tuno era una especie endémica del ámbito universitario que llegó con la fundación de la Universidad de La Laguna. Es una especie introducida desde la península que arraigó fuertemente y llegó a participar en aquella linda película protagonizada por Rocío Dúrcal ¿la recuerda? El abandono de las tradiciones y la consideración de una tuna como algo rancio, cansino y pródigo en novatadas ha espantado a las nuevas generaciones y ahora las estudiantinas sólo cuentan con unos pocos ejemplares muy envejecidos. El caso de los seminaristas es todavía más alarmante. Si no hacemos algo la imagen de La Laguna como una ciudad con calles largas y curas al fondo será cosa del pasado. El descomunal seminario edificado por Monseñor Franco Gascón está casi vacío y la comunidad está virtualmente extinta.”
Cuando le preguntamos a nuestro interlocutor por la posibilidad de reincorporar o ampliar la protección a los sebadales, la comunicación se cortó misteriosamente.