Los investigadores alternativos de las islas no parecen tener descanso ni pausa en su incansable persecución de la verdad. Ya es bien conocida por los lectores la periódica aparición en estas páginas de estudiosos de lo paranormal como Tinerfe Loro o Juan Carromero. Es éste último el que viene a mí, para revelarme los resultados de su última investigación: el comunicador Francisco Pallero es la reencarnación del teniente coronel Tejero.
Carromero nos recibe a la puerta de su arepera favorita habitual, ya que sus dueños le han vetado el acceso en tanto en cuanto no pague todo lo que les debe. “No han querido que les pagara contando mis pesquisas a guisa de monólogo” -nos aclara, tras intentar infructuosamente que este medio abonara una parte de la deuda. “Ahora voy a ver si me resarzo con lo que gane por la publicación de este bombazo” -concluye.
Después de intentar infructuosamente algún establecimiento en La Cuesta donde no haya dejado algún pufo, Carromero nos lleva hasta la plaza del Tranvía para contarnos sus investigaciones. Según las mismas, el alma de Tejero se habría desgajado a los diez años de su llegada al mundo, para tomar posesión de un recién nacido Francisco Pallero Clavijo. Las explicaciones no se hacen esperar: “Dejando aparte su evidentísimo parecido físico, bigotes incluidos, está el hecho de sus modales: ambos tienen tendencia al grito y a la exaltación. Sin embargo, el dato definitivo me lo ha dado la ideología: Tejero no habla mucho, que ya no está para esos trotes, nonagenario perdido. Sin embargo, Pallero está activo y en el programa que hace en esa radio cuya sede parece un inmenso cajón de muerto deja patente que su ideología no es precisamente progresista. Se ha fijado usted que el coronel nunca parece capaz de terminar una frase. Eso se debe a que su espíritu está compartido con el del viejo Tejero. Le falta tener un ki completo para poder exponer un discurso comprensible. La verdad es que tiene su mérito: un señor que ha escrito en un periódico, tiene varios programas de radio y hasta uno de televisión ¡y nunca ha sido capaz de concluir una oración con sujeto, verbo y predicado!” -terminó don Juan, para salir corriendo en pos de un conocido que pasa por la plaza, para ver si podía sacarle un almuerzo.