César Delgado es trabajador del área de Comunicación del PSOE desde hace años, y entre sus tareas principales figura diseñar los argumentarios políticos que los diferentes cargos del partido repetirán allá donde sea necesario. Es un hombre bregado en el arte de justificar decisiones controvertidas y presentarlas como ventajas irrepetibles para las Islas, como el retraso en el traspaso de Costas, en el ingreso del dinero del convenio de Carreteras, en todo tipo de incumplimientos del REF o en el escaso apoyo al descuento del transporte público. No obstante, esta semana, por primera vez, ha tenido que pedir una baja laboral por ansiedad al no ser capaz de encontrar forma de razonar de forma positiva la nueva «RIC balear» que el Gobierno de Pedro Sánchez ha incluido en los Presupuestos Generales del Estado para 2023.
Cabe recordar que, sin previo aviso, los PGE del próximo año establecen una serie de incentivos fiscales para la Comunidad Balear, con un PIB y una renta per capita bastante superiores a los indicadores canarios y mucho más cerca del territorio europeo, muy similares a los que recoge la RIC para Canarias, un instrumento fiscal destinado a corregir y compensar desigualdades procedentes del estatus de región ultraperiférica que tienen las Islas. Este hecho no sólo ha cogido por sorpresa al Gobierno de Canarias, sino que ha concitado la crítica unánime de oposición, partidos y sector empresarial.
Delgado cuenta que el viernes pasado, a primera hora, recibió la visita de la Secretaria de Organización del PSOE, Nira Fierro, en su mesa: «me lanzó un recorte de periódico, me miró con ojos muertos y me dijo ‘sólo tienes una orden, maldita sea, haz que Ángel Víctor Torres, nuestro bienamado líder, salga reforzado de esto, que salga aún más líder, aún más brillante, o si no, atente a las consecuencias’ y entonces se pasó el pulgar por el cuello, que no sé muy bien lo que significa ni lo quiero saber, esa chica da miedo». Ese recorte contenía la noticia del sorpresivo RIC balear, y aunque Delgado le dio vueltas durante horas, «no podía dejar de pensar que era una puñalada trapera a todos los canarios y una falta de respeto al fuero económico que tanto tiempo nos costó consolidar, así que me rendí y pedí la baja».
El trabajador del PSOE se plantea ahora qué hacer cuando le den el alta, si bien «hacerme la cirugía plástica, huir a Brasil y comenzar de cero» figura entre sus planes más probables, «porque de aquí a mayo sabe Dios qué mierdas más tendría que andar justificando».