Álvaro Ruiz no salía de su asombro cuando su jefe, el dueño del gimnasio-bodyfitnes “Michelínmassacre” le comunicó que no iba a seguir contando con sus servicios. La explicación del empresario le había dejado sin habla: no estaba lo suficientemente musculado.
“No puedo entenderlo” –dijo Ruiz cuando logró articular palabra-. “Me licencié en INEF con todos los honores en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Tengo un máster en alto rendimiento por la Autónoma de Madrid. Me he especializado en entrenamiento personal y nutrición. ¿Qué más me hacía falta?”
Puestos al habla con Max Mancuerna, dueño de “Michelínmassacre”, éste se justifica mientras nos convida a unos batidos de Winstrol. “Alvarete es un buen muchacho. Se preocupa por los usuarios, les diseña dietas y programas de entrenamiento… todo eso está muy bien, pero me ha llenado el gimnasio de gordinflas y eso no es bueno para el negocio”. Sorprendidos ante esta afirmación, le pedimos que la aclare: “la gente quiere ver en el gimnasio cuerpos diez, gente guapa y tipazos. Si no ven eso se desmotivan”.
“¿Para qué sirve realmente un gimnasio?”
Como las aclaraciones del señor Mancuerna nos dejan más sorprendidos, le preguntamos si la finalidad de todo gimnasio no es ayudar a sus clientes a tener buena salud mediante la puesta en forma. Con gestos contundentes nos responde antes de que terminemos la pregunta: “eso es lo que todo el mundo cree, pero en realidad a un gimnasio se va a presumir y a ligar. Lo segundo se consigue con lo primero y lo primero teniendo una buena forma física. Cuando digo buena digo bien cuadrada y definida. Como el Chuachi cuando ganaba los Míster Olimpia, vamos. Mis nuevos entrenadores saben de educación física lo justo para apretar las pesas, pero marcan bíceps y gritan en el pres de banca como campeones. Alvarete es un buen chico y es innegable que está en forma, pero no tiene los pectorales copa “E” que, en mi opinión, son necesarios para este negocio”.
