El anuncio de la retirada de Miguel Concepción de la presidencia del Club Deportivo Tenerife ha venido acompañado del rumor de que su sucesor no sería otro que Paulino Rivero Baute, el antiguo presidente de Canarias. Lo que pocos conocen es que esta medida encierra una estrategia politológica de gran nivel: ganar carisma a través del fútbol.
Nos ponemos en contacto con la prestigiosa asesora política Mily Vanili, en su refugio secreto del caserío conejero de Yé. Después de decir la oportuna contraseña de la semana –“La cuca de Franco se quedó sin estrenar”- accedemos al santuario de doña Milagros, a la que no veíamos desde el fallido proyecto político “Rasta & Pita”. “Ya ve usted, señor Gunnarson” -nos comenta sobre esa malograda aventura- “los egos y los personalismos, tan caros a las fuerzas de izquierda, acabaron con la idea. Hay gente que no concibe otra forma de hacer política que la de la obediencia, pero no hablemos ya sobre eso. Usted ha venido a ver qué se oculta tras la intención de convertir a Paulino Rivero en presidente del Tenerife y yo le contesto: se trata de un experimento.”
Intrigados ante esa afirmación, le pedimos que profundice sobre la misma: “Recordará usted que Rivero aspiraba a un tercer mandato en la presidencia autonómica y no habrá olvidado que perdió frente a Fernando Clavijo. En estos años no ha estado ocioso y no ha perdido el deseo de ocupar un sillón de mando. Así pues, ha contratado un equipo de asesores que yo me encargo de dirigir, para devolver al poder. Nuestra propuesta ha sido el uso de un recurso que se ha realizado con bastante éxito en otras ocasiones: el fútbol.”
Según la señora Vanily, Rivero estaría intentando repetir las experiencias de Silvio Berlusconi en Italia o Jesús Gil en Marbella, usando la presidencia de un equipo de fútbol para ganar popularidad y dar el salto, en esta vez, retornado, a la política. “El hecho de usar el balompié se justifica porque es un gran generador de carisma y eso, reconozcámoslo, es algo de lo que Paulino carece. El adjetivo más amable que le define es gris. La silla presidencial puede ser una herramienta que cambie eso. Mire los casos de Laporta o Lendoiro, que la usaron para avanzar en política, o los de Caneda o Lopera, que ganaron popularidad.”
Preguntada acerca de los conocimientos deportivos de Rivero, doña Milagros nos aclara que éstos no son necesarios: “Jesús Gil decía que no entendía lo de la pelotita y mire hasta dónde llegó. Al menos, Rivero no presentaría la pinta lamentable que tenían algunos mandatarios en los partidos contra la droga, con esa costumbre que tiene del footing y la vida sana.”
Como dato adicional, la señora Vanily nos explicó que el interés de Rivero por las prospecciones petrolíferas vino dado por la posibilidad de obtener recursos suficientes para convertir al Tete, en un futurible, en un club-estado, al estilo del París Saint Germain o el Manchester City, financiado por el oro negro.