En fechas recientes, algunos medios de comunicación se han hecho eco de la movilización de un sector del colectivo del profesorado para hacer frente a los pedagogos. La crítica principal viene dada a través de la afirmación de que estos últimos nunca han entrado en un aula, pero se permiten dar lecciones en torno a la enseñanza. Partiendo de esta premisa, pero deseando aportar al problema una solución constructiva, un grupo de docentes grancanarios ha organizado una experiencia piloto para que los pedagogos puedan saber lo que es dar clase.
La iniciativa, que tiene la denominación “Agarra la tiza” es un conjunto de centros de educación primaria y secundaria especialmente escogidos para la ocasión y en el que su profesorado ha decidido participar activamente. Su representante, Conrado Sulla Tor, nos concede una entrevista para explicar en qué consiste el proyecto: “La profesión docente es una de las más sacrificadas que hay y quienes llevamos cierto tiempo ejerciéndola ya estamos más que hartos de tener que seguir los dictados de quienes no han tocado una tiza en su vida. De ahí sacamos el nombre, porque si algo define a los pedagogos es que se permiten el lujo de opinar, sin haber puesto los pies en una clase o utilizado una pizarra. Si, además, resulta que van de expertos y los políticos se tragan sus ocurrencias para perpetrar otra reforma educativa, el desastre está servido. Es por eso por lo que hemos decidido tomar cartas en el asunto, antes de que acabemos en depresión, por lanzar al mundo a otra generación de jóvenes sin la debida formación. Después de darle muchas vueltas, hemos concluido que la única forma de que los pedagogos digan algo con un mínimo de sentido es que comprendan de qué están hablando realmente y para eso, el camino es que aprendan lo que es dar clase.”
En “Agarra la tiza” los pedagogos son asignados a la docencia en el CEIP El Nene Bomba de Las Palmas o en el IES El Vaquilla de Telde, durante el tiempo que dura un año académico. Preguntado acerca de los primeros resultados de este proyecto, que ha empezado justo para el curso 22-23, don Conrado contesta de una forma que no invita precisamente al optimismo: “No llevamos mucho tiempo de clases, pero, ya en la primera semana, los pedagogos descubren que sus ideas sobre la docencia no sirven para nada. La mayor parte entra en shock y sufren un bloqueo del que aún no han salido. Luego están los que piensan que los alumnos son siempre seres de luz que tienen un genuino deseo de aprender y, claro, cuando se encuentran con los casos recalcitrantes, solo sienten el impulso de cambiar de profesión. Tenemos algún caso de pedagogo que se ha alistado en el ejército ucraniano, no le digo más, pero no vamos a rendirnos. Están en juego el sistema educativo y nuestra cordura.”
Interesados por conocer la opinión de alguno de los participantes, descubrimos entre los mismos a Silvano Pérez, el pedagogo palmero, propietario de la empresa “Shut up & give me your money!” Dispuestos a conocer su parecer, por su condición de defensor de su gremio, nos ponemos en contacto con él, por vía telefónica, recibiendo una inquietante respuesta: “brrrrrrpfrfff… competeeeeencias… ngaaaaaaaa”.