Según informa nuestro compañero Enrique Madura, el guachinche «Martes Trancao», ubicado en el municipio tinerfeño de La Matanza, se propone impugnar la lista de los 50 mejores restaurantes del mundo, que publica anualmente la revista británica «Restaurant», por considerar que es un caso de tongo gastronómico, al ignorar deliberadamente a la restauración tradicional canaria. Isidoro García, propietario y CEO del local, señala que «no vamos a seguir tolerando esta tomadura de pelo, esta omisión de los valores de una restauración basada en el trato cercano y la carta accesible».
«Restaurant» proclamó a el «Celler de Can Roca» como mejor restaurante del mundo, una decisión de la que García discrepa por completo: «para empezar, a ver qué nombre es ése, no dice nada del local; en cambio ‘Martes Trancao’ ya te está dando información valiosa, que se cierra el martes, que el martes no vengas». A eso añade el elevado coste del menú en el local gerundense: «sólo tienen dos menús, ciento y pico euros cada uno, ¿qué manera es ésa de tratar al cliente, limitando su capacidad de elección y dándole luego un sablazo mortal?» .
Frente a estas limitaciones, Isidoro García ensalza la amplitud de la carta del guachinche y la capacidad que tienen los comensales de confeccionar su propia carta «porque no nos gusta ser dirigistas en la experiencia gastronómica del cliente, lo que queremos es que sea él mismo el que se exprese a través de un emboste que luego le repetirá como forma de recuerdo».
De igual forma, el CEO de «Martes Trancao» entiende que «la revista Restaurant le da la espalda a criterios de tanta importancia como el trabajo con productos locales, tan locales como el clásico vino de mi cosecha y su delicado bouquet asulfatado, o a la decoración en la que el restaurador canario opta por reforzar los vínculos con la tierra, mediante múltiples detalles, en lugar de crear un ambiente aséptico que parece de hospital». Además, cree que el elitismo del listado «hurta el reconocimiento de los cocineros y cocineras canarios, especialmente esas doñas que no cambian su destreza por experimentos químicos, que llevan cuarenta años haciendo la carnecabra de una forma y se mantienen fieles».
Isidoro García espera contar con el apoyo de todo el guachinchismo para plantar cara a los que «menosprecian una cocina a la vez tradicional y de vanguardia». Si la impugnación no sale adelante, se plantean una campaña intensiva entre los turistas británicos para dar a conocer la cocina de guachinche «y que sean ellos nuestros embajadores, los que ejerzan presión ante los de la revista ésa». No faltan voces críticas que ven detrás de esta campaña a los principales fabricantes de sal de frutas, algo que Isidoro García desmiente con rotundidad.
Yo estoy harto de tanta innovación que en realidad lo que buscan en clavarte por dejarte con hambre. Yo lo que quiero es acabar soplado, con digestión pesada y con ese bouquet asulfutado quedando como remanante en mi paladar.