Si visitó usted el pasado 20 de junio el lagunero Teatro Leal quizá se sintiera transportado en el tiempo hasta los años ochenta con la grabación del mítico programa radiofónico de asuntos paranormales Espacio en blanco. El recuerdo de la alerta ovni de otro mes de junio, en este caso el del año 1989 le habrá hecho recordar, si vivió aquellos mágicos tiempos, esa emocionante reunión de unas cuarenta mil personas que buscando luces en el cielo compartían el trasiego de las bebidas alcohólicas, la hermandad de un cigarrito de la risa y el deseo de calor humano, conocimiento bíblico y ayuntamiento carnal. No se sienta mal, pues ha sentido usted el impulso de la nostalgia y por eso y porque llevamos veinticinco años anclados en el recuerdo de la década de los ochenta se organizó el pasado 5 de julio otra alarma platillera organizada por la unión de radioaficionados URVAG y Crónicas de San Borondón. El evento contó con la presencia de distinguidos nombres del mundo paranormal como Bruno Cardeñosa, pero sin lugar a duda la visita que más llamó la atención fue la de Paco Padrón. No el vivo, sino el difunto.
Nos ponemos al habla con el señor Padrón a través de su amigo en la tierra de los vivos Manolo Darias, el cual ha usado el ejemplar del Necronomicón que don Paco le regalara en vida (en esta vida) para contactar con él. Pacolín, como era conocido por sus cercanos, se mostró muy contento de visitar Tenerife después de casi veinte años censado en el otro barrio. Manifestó su alegría por el hecho de que en las islas hubiera gente como José Gregorio González que seguía trabajando el sector con el mismo entusiasmo, el mismo tesón y los mismos casos que hace cincuenta años. El señor Padrón se despidió esperando que alguna casa encantada local se pusiera en arriendo vacacional para pasar unos días en la tierra que le vio nacer y fenecer.
Junto al recordado ufólogo local asistieron al encuentro otros nombres igualmente distinguidos de la farándula paranormal como Fernando Jiménez del Oso o Juan Antonio Cebrián, los cuales abandonaron la alerta para ir a saludar a colegas de oficio aún vivos como Juan José Benítez o Sixto Paz. “No descartamos ir a darle un susto a algún arpío de los que se metían con nosotros cuando estábamos vivos” -matizaron, mientras consultaban en Ghostgle -el popular buscador en la Internet del más allá- la última dirección conocida de Ricardo Campo.
