La semana pasada, el Pleno del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria acordó distinguir a todos los vecinos y vecinas de la ciudad con la Medalla de Oro por su ejemplar comportamiento durante las medidas adoptadas por la pandemia del covid-19, un galardón que se suma a la Medalla de Canarias que el Gobierno autonómico concedió a todos los habitantes del Archipiélago. Singularmente conmovida por esta circunstancia, Ernestina Suárez, vecina palmense de toda la vida, ha escrito un discurso de agradecimiento que concentra sus emociones y lleva varios días persiguiendo al alcalde Augusto Hidalgo allá donde va para leérselo.
Ernestina Suárez, de 72 años, cree que su gesto «condensa el agradecimiento de todos los que vivimos en esta ciudad, es más bien una cosa simbólica pero también muy sentida para que el alcalde sepa lo hondo que nos ha calado el gesto y pueda hacérselo llegar al resto de los concejales, porque no descansaré hasta que el más mindundi de ese Pleno sepa de nuestra gratitud». Desde que se aprobó la distinción en el Pleno, Ernestina ha acudido en incontables ocasiones al Ayuntamiento y ha seguido el coche oficial del alcalde hasta diferentes actos y visitas, en los que ha intentado llegar hasta Hidalgo para pronunciar su discurso. Incluso en varias ocasiones ha logrado hackear la cuenta de Zoom para colarse en reuniones telemáticas, para pasmo de los informáticos del Ayuntamiento.
Esta ciudadana llena de tesón ha pedido cita en alcaldía y llama a diario para saber si hay alguna fecha ya prevista, y asegura que no cejará hasta que Augusto Hidalgo escuche de principio a fin su discurso de cinco páginas. En los próximos días, si no hay avances, no descarta incorporar un megáfono a su rutina diaria de persecución al primer edil.