Según una nota de prensa llegada a nuestra redacción hace varios días, y que ha permanecido traspapelada bajo unos catálogos de Hiperdino, la policía local de Santa Cruz de Tenerife informó que el pasado domingo día 16 se procedió a retirar de la playa de las Teresitas a un turista alemán que llevaba durmiendo en su toalla cerca de 8 horas.
El ciudadano europeo, de complexión fuerte como dirían nuestras abuelas pero que en realidad estaba muy pasado de peso, había instalado una sombrilla, una nevera portatil, y descansaba plácidamente sobre su toalla doble ancho cuando fue rodeado por agentes de la policía local que, acompañados de un secretario judicial, procedieron a informarle de que en cumplimiento de la Ley de Costas, y gracias a los nuevos procesos de tramitación express, procedían a su desalojo y posterior derribo de todas las instalaciones y edificaciones anexas a su persona.
Parece que fue la denuncia de baños bañistas habituales la que alertó a la policía, trasladando estos al juzgado la denuncia sobre posible ocupación ilegal de suelo público a escasos metros de la orilla, ya que numerosos testigos confirmaron a las autoridades que el hombre no había abandonado el sitio para bañarse con regularidad, ir al kiosco o acudir al camión de los helados, como hace el resto de visitantes de la popular playa santacrucera.
Cabe destacar además, que previamente había construído un pequeño muro y un foso para evitar que la subida de la marea llegase a mojar la toalla, algo que parece ser realizó sin haber pedido los permisos necesarios utilizando una pala y un rastrillo que le fueron incautados.
Ante la sorpresa del ciudadano germano, recién despertado y rodeado de decenas de curiosos, policía, funcionarios y cámaras de televisión, se procedió a notificarle la orden de desalojo y fue requerido para que acompañase a las fuerzas del orden antes de que uno de los tractores que se utilizan para limpiar la arena echase abajo la sombrilla y demás enseres.
Todo el operativo se desarrolló sin demasiadas complicaciones y no fue necesaria la intervención de varias dotaciones de la UIP que se habían desplazado a la zona por si el desalojado presentase resistencia a abandonar el lugar.
Tras el derribo, un equipo de limpieza del ayuntamiento procedió a restaurar la zona a su estado original.