Un desconocido autor canario publica una obra que no interesará a nadie

La editorial «El Rescate de los Recuerdos» ha presentado, en un desangelado acto al que apenas asistió El Baifo Ilustrado y media docena de viandantes atraídos por el ofrecimiento de croquetas frías gratuitas, el libro «Vivencias de un campesino tacorontero en Haría», una obra que recupera la memoria de Melquíades Benito Medina, un nonagenario tacorontero que con apenas 16 años se fue a vivir a Haría, en Lanzarote, de donde ya nunca volvió a salir, salvo una vez en 1978 para visitar La Graciosa. El libro, de 175 páginas, recoge los recuerdos de este hombre de vida sencilla, en el relato que él mismo hizo con sus propias palabras y que ha ido dictando a su bisnieto durante los últimos dos años. Una primera versión de la obra tuvo que ser desechada, dado que el nieto, Ayoze, introducía líneas argumentales de su invención basadas en El Señor de los Anillos cuando veía que «el relato del yayo flojeaba».

Melquíades Benito Medina nació en Tacoronte en 1921, en el seno de una familia de agricultores extremadamente humilde, que se trasladó con apenas lo puesto a Haría en 1937, donde trabajaron la tierra de un terrateniente hasta que pudieron ahorrar suficiente dinero como para comprar su propia finca. Melquíades tuvo que dedicarse a la agricultura desde niño, y sólo de adulto completó su formación más básica para leer y escribir con soltura y dominar las cuatro reglas aritméticas. En 1942 conoció a Rosario Aurora Bonilla, con la que se casó y tuvo seis hijos, que sí pudieron estudiar y abandonar el modo de vida agrícola que tenían sus padres.

Nada extraordinario o mínimamente destacable acontece en el resto de la vida de Melquíades, que sin embargo da rienda suelta a anécdotas sin rumbo y sin sustancia a lo largo de todo el libro. Evaristo Clavijo, director de la editorial El Rescate de los Recuerdos, se pregunta «cómo me he podido dejar embaucar otra vez para publicar una mierda de libro que no se va a leer ni dios, con el rollo ése de la etnografía y conocer los modos de vida típicos y todas esas historias». Es la quinta obra de estas características que edita, y en su desesperación asegura que «estos libros no es que no los veas en el Corte Inglés, es que hasta en el Centro de la Cultura Popular Canaria me los esconden; y yo lo entiendo, porque esto no hay quien se lo coma, no pasa nada en todo el libro». Asegura que «con una o dos escenas de sexo montaba yo un 50 sombras de Melquíades que lo petaba, pero nada, que no hay manera».